Cap. 16.
Tras
el desahogo y la posterior limpieza que me hice tratando de meter el menor
ruido posible, Morfeo ayudado por el cansancio y la tensión acumulada me llevó
a su terreno quedando profundamente dormido.
Con
las primeras luces de la mañana y el trinar de los pájaros, comencé a abrir los
ojos y a estirarme en aquella gran cama.
Casi
no me da tiempo a recuperar la consciencia cuando sueno en la puerta un:
-- toc toc toc.......... en media hora desayunamos
dormilón. - sonó jocosa al otro lado de la puerta la voz de Malena -
- si si, en media hora bajo - respondí con afónica voz de recién levantado de la cama. -
Me
levanté apresurado del lecho y me fui a la ducha para ponerme en condiciones
aptas para el desayuno.
Duchar, arreglar la barba y buscar algo
"casual" para el desayuno. Abrí la maleta que no había organizado
todavía y saque una camisa azulona de rayas anchas, un pantalón de loneta de
color blanco y zapatos mocasines de ante azul. No acertaba a encontrar los
jodidos calcetines azules y me decante por bajar sin calcetines antes que
ponerme unos negros que eran los únicos que aparecían en aquella amalgama de
ropa revuelta por las prisas.
Abrí
la puerta con llave y antes de salir miré a ambos lados para evitar situaciones
comprometidas con cualquiera de las hermanas visto el "panorama" de
la noche anterior.
Pero
no había nadie por la escalera, sin embargo en la planta de abajo se oían voces
y algo de música suave.
Bajé
despacito por la escalera tratando de no meter mucho ruido y acercándome al
salón de donde venia el sonido.
--
Hola Enrique buenos días - me sorprendió Adela por detrás que salía de la
cocina.
-
Hola buenos días Adela, que tal va todo - le dije en alusión a la situación del
día anterior -
--
Muy bien, he dormido fenomenal - respondió Adela sin dar importancia a mi
alusión al incidente - pero ahora a desayunar que el día será largo. -
sentencio -
-
Si claro, tú primero por favor - indicando con mi mano el camino hacia el
salón.
Ella pasó delante y entonces volví a sorprenderme con la forma de vestir de Adela y un segundo mas tarde con Malena también.
Ambas
llevaban aun la ropa de cama, la sensual y sexy ropa de cama, iguales las dos. Una
bata semitransparente que ocultaba un camisón cortito a la cintura y unos
pantaloncitos cortísimos que mostraban unos muslos perfectos. Las dos con el
pelo en cola de caballo recién peinado, negro y brillante azabache.
Y
según pasaba me dijo, - por cierto Enrique, soy Malena, Adela es la que está
sentada -
--
Oh si claro perdona Malena, es que sois tan parecidas que por un momento ......
-
No te preocupes les pasa a muchos - me cortó la disculpa sacándome del apuro.
Saludé a Adela, ahora si, tratando de no desconcertarme demasiado por la confusión. Y tomé asiento flanqueado nuevamente por las Montoro al pie de una mesa ya completamente servida de café, leche, tostadas y mermelada.
Desayunamos entonces - dijo Adela rompiendo el
hielo -
Comenzamos a servirnos y a mantener una
conversación amable y cordial sobre los días luminosos y como añoraban las
mañanas luminosas y despejadas de su Venezuela natal.
La conversación transcurría fluida y agradable
hablando de lo bonita que era Venezuela y de como echaban de menos su clima,
hasta que Malena me interpeló de manera sorpresiva por mi ponencia de la semana
entrante. Aquello me pilló por sorpresa y tuve que hacer varios giros
argumentales para terminar no diciendo nada claro tratando de aparentar que no
me había pillado en un "blanco total".
Salí del apuro como pude.........
Adela
se levantó acabando el desayuno y dijo:
-
Yo me voy a fumar un cigarrito a la cocina que es el que más disfruto del día,
me disculpáis.
Y
salio del salón dejándome solo otra vez a merced de la "dulce
hermanita".
Le
falto tiempo para acercarse a mi oído y susurrarme:
-
No soy tonta, sabes?. Tu Enrique eres abogado como yo soy astronauta, así que ya
basta de actuaciones conmigo!!! Vale!!!
--
(perplejo) ¿Poorque dices eso? (tartamudee)
-
Ven conmigo - y cogiéndome de la mano me levanto de la mesa y me guió hacia la
cocina en silencio e indicándome que no metiera ruido con un dedo sobre mis
labios.
Allí
estaba Adela, delante de una encimera de cocina de granito a la altura del
fregadero, mirando por una ventana medio abierto. Su mano izquierda reposaba
sobre su brazo derecho y este sujetaba un cigarrillo rubio humeante al final de
su mano.
Malena
nos situó detrás, sin entrar en la estancia y a una distancia suficiente para
verla pero no ser sentida nuestra presencia.
Malena
cogió la mano por la que me había arrastrado hasta allí y la llevo a su cuello,
despacio, suave, posándola sobre el y acariciándolo. Guiaba mi mano por su
estirado cuello hacia su pecho. No sabia que hacer ni que decir, ya habíamos
tenido suficiente el día anterior....... pero me atraía, me seducía la idea de follármela,
me excitaba su sola presencia y el olor de su piel.
Mi
mano guiada por su mano alcanzaba su ondulado pecho, como un dios que
acariciase las doradas dunas del desierto, ella hacia jugar mi mano por su
pecho mientras ella, inerte, impasible, miraba a su hermana aun de espaldas.
-
Mira a mi hermana mientras pellizcas mis pezones - me dijo en una susurrante
voz baja.
Yo
ya había entrado en el modo automático de excitación y aquello era difícil de
parar. Me situé despacio a su espalda y alcé mí otra mano para obedecer sus órdenes
como un buen soldado. Mis dos manos acariciaban por fuera del camisón sus
tersas curvas buscando la prominencia de los botones del placer, mis labios
rozaban su cuello mientras miraba por encima de su hombro a Adela y
............
Joderrrrr......
Adela estaba apoyada con sus dos manos sobre la encimera, su cabeza inclinada
hacia abajo y el cigarro se consumía entre sus dedos.
Pellizqué
suavemente los pezones de Malena como me había "ordenado" y....
¡diosss!... Adela se estremeció, exhaló aire con furia y batió su cabeza hacia atrás
espasmódicamente dejando caer su pelo sobre su espalda.................
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17.
La situación desde luego era un tanto
desconcertante, jamás en mi vida había visto un caso así, ¡aunque viniendo de
gemelas, no era de extrañar!. Entre ellas siempre había una conexión especial,
siempre se había dicho que cuando una sentía algo, la otra también aunque
estuviera a miles de kilómetros.
Mi excitación aparte de ser evidente me dejaba con
la razón y la mente ofuscada para poder fijarme bien en todo lo que pasaba. Me
debatía entre lo que debía hacer y lo que en aquellos momentos me apetecía.
Miles de justificaciones pululaban por mi mente para poder continuar y saciar
mi apetito sexual. Encontrada la excusa más adecuada, tanto para mí, como para
justificarme ante Adela, me dejé llevar por la situación.
Malena tan solo permanecía quieta, impasible pero
relajada y a la vez algo divertida. La observaba de reojo y su cara y su cuerpo
no estaban tensos, pero ella se dejaba hacer.
“¿Por qué?- me preguntaba yo para mis adentros”
Continué con mi “experimento” y seguí acariciando
su cuerpo. Ascendí mis manos por sus pechos hasta justo el borde donde
comenzaba el camisón. Me detuve jugando con el borde y pasé mis dedos por
debajo de la bata hasta toparme con el fino tirante del camisón. Suavemente los
deslicé por dentro de la suave tela semitransparente que cubría sus pechos.
Hambriento de mujer, los abarqué con mis manos, eran perfectos, perfectos para
mis manos, cubrían perfectamente sus grandes y turgentes pechos. Notaba sus
pezones en la palma de mi mano, semiduros pidiéndome más y yo les di más.
Dejé mis dedos en el aire y levantando un poco mi
mano, lo justo para notar debajo de la palma aquellos deliciosos pezones,
comencé a frotar aquella delicia, aquel botón del placer. Mis movimientos
circulares sobre ellos hacían su efecto, físicamente en los pezones de Malena
que comenzaban a ponerse duros y en Adela el efecto era sorprendente, estaba
excitaba como nunca había visto.
Saqué una mano y lleve dos de mis dedos a la boca
de Malena. Acaricié sus carnosos labios y cuando noté que poco a poco se
despegaban los introduje con urgencia y recorrí sus dientes y los moje con su
lengua. Los saqué rápidamente y volví a introducir los dedos mojados de su
saliva dentro de su camisón. Húmedos mis dedos acariciaron el pezón, noté como
se erizaba el vello de la piel de Malena, pero ni rastro de excitación. Mis
dedos aun húmedos se toparon con los dedos de la otra mano y ambos jugaron con
un solo pezón estimulándolo insistentemente pero a la vez con suavidad.
Mientras lo pellizcaba, acerqué mi boca a su oreja y mi lengua controlando mi
ansia recorrió lentamente el lóbulo.
Malena para mi sorpresa seguía impasible. La
situación le resultaba graciosa, ya que de vez en cuando soltaba alguna risita
observando a su querida hermana.
Levanté la vista para observar a Adela, en
aquellos momentos aunque sabía el problema de las gemelas, mi mente solo
pensaba en poseer a aquella mujer que estaba tan excitada, su estado me había
enloquecido. Y me pene solo quería estar dentro de ella.
Malena apartó mis manos de sus pechos y se giró
lentamente hacía mí.
- ¿Qué te parece querido Enrique?. Estoy segura
que estos momentos te mueres por follartela... pero no te olvides que si lo que
realmente quieres es que ella disfrute a la que tendrás que follar será a mí...
¿estás preparado...?- dijo ella pícaramente mientras ponía su mano en el bulto
que sobresalía en el pantalón.
- ¿Pero... entonces .. tu.. cuando...?- tartamudeé
Malena puso un dedo en mi boca y tan solo me dijo:
-¡Cállate y fóllame!
Aunque estaba excitado, me sentía realmente
perdido y la verdad es que en una situación así no sabía como actuar... Malena
adivinando mis pensamientos, desabrochó mi pantalón y bajó mis boxers dejando
al aire mi excitado miembro. Se bajó los pantalones de su pijama y se acercó a
mí. Inmediatamente reaccioné y agarrando una de sus piernas la subí a mi polla
erecta y poco a poco la introduje dentro de ella. Cuando me sentí dentro de su
cavidad, la apoyé contra la pared y ella a la vez rodeo mi espalda con sus
piernas. En aquellos momentos no me importaba ni Adela, ni Malena, tan solo me
deseaba saciar mi deseo. Con un instinto animal y por puro desahogo empujé una
y otra vez hasta llegar a un intenso orgasmo, eyaculando dentro de aquella
cavidad caliente y húmeda.
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