27 junio 2013

El Psiquiatra - Cap. 16 y 17





Cap. 16.

Tras el desahogo y la posterior limpieza que me hice tratando de meter el menor ruido posible, Morfeo ayudado por el cansancio y la tensión acumulada me llevó a su terreno quedando profundamente dormido.
Con las primeras luces de la mañana y el trinar de los pájaros, comencé a abrir los ojos y a estirarme en aquella gran cama.
Casi no me da tiempo a recuperar la consciencia cuando sueno en la puerta un:
-- toc toc toc.......... en media hora desayunamos dormilón. - sonó jocosa al otro lado de la puerta la voz de Malena -

- si si, en media hora bajo - respondí con afónica voz de recién levantado de la cama. -
Me levanté apresurado del lecho y me fui a la ducha para ponerme en condiciones aptas para el desayuno.

Duchar, arreglar la barba y buscar algo "casual" para el desayuno. Abrí la maleta que no había organizado todavía y saque una camisa azulona de rayas anchas, un pantalón de loneta de color blanco y zapatos mocasines de ante azul. No acertaba a encontrar los jodidos calcetines azules y me decante por bajar sin calcetines antes que ponerme unos negros que eran los únicos que aparecían en aquella amalgama de ropa revuelta por las prisas.
Abrí la puerta con llave y antes de salir miré a ambos lados para evitar situaciones comprometidas con cualquiera de las hermanas visto el "panorama" de la noche anterior.

Pero no había nadie por la escalera, sin embargo en la planta de abajo se oían voces y algo de música suave.

Bajé despacito por la escalera tratando de no meter mucho ruido y acercándome al salón de donde venia el sonido.

-- Hola Enrique buenos días - me sorprendió Adela por detrás que salía de la cocina.
- Hola buenos días Adela, que tal va todo - le dije en alusión a la situación del día anterior -
-- Muy bien, he dormido fenomenal - respondió Adela sin dar importancia a mi alusión al incidente - pero ahora a desayunar que el día será largo. - sentencio -
- Si claro, tú primero por favor - indicando con mi mano el camino hacia el salón.

Ella pasó delante y entonces volví a sorprenderme con la forma de vestir de Adela y un segundo mas tarde con Malena también.
Ambas llevaban aun la ropa de cama, la sensual y sexy ropa de cama, iguales las dos. Una bata semitransparente que ocultaba un camisón cortito a la cintura y unos pantaloncitos cortísimos que mostraban unos muslos perfectos. Las dos con el pelo en cola de caballo recién peinado, negro y brillante azabache.
Y según pasaba me dijo, - por cierto Enrique, soy Malena, Adela es la que está sentada -
-- Oh si claro perdona Malena, es que sois tan parecidas que por un momento ......
- No te preocupes les pasa a muchos - me cortó la disculpa sacándome del apuro.

Saludé a Adela, ahora si, tratando de no desconcertarme demasiado por la confusión. Y tomé asiento flanqueado nuevamente por las Montoro al pie de una mesa ya completamente servida de café, leche, tostadas y mermelada.
Desayunamos entonces - dijo Adela rompiendo el hielo -
Comenzamos a servirnos y a mantener una conversación amable y cordial sobre los días luminosos y como añoraban las mañanas luminosas y despejadas de su Venezuela natal.
La conversación transcurría fluida y agradable hablando de lo bonita que era Venezuela y de como echaban de menos su clima, hasta que Malena me interpeló de manera sorpresiva por mi ponencia de la semana entrante. Aquello me pilló por sorpresa y tuve que hacer varios giros argumentales para terminar no diciendo nada claro tratando de aparentar que no me había pillado en un "blanco total".
Salí del apuro como pude.........
Adela se levantó acabando el desayuno y dijo:
- Yo me voy a fumar un cigarrito a la cocina que es el que más disfruto del día, me disculpáis.
Y salio del salón dejándome solo otra vez a merced de la "dulce hermanita".
Le falto tiempo para acercarse a mi oído y susurrarme:
- No soy tonta, sabes?. Tu Enrique eres abogado como yo soy astronauta, así que ya basta de actuaciones conmigo!!! Vale!!!
-- (perplejo) ¿Poorque dices eso? (tartamudee)
- Ven conmigo - y cogiéndome de la mano me levanto de la mesa y me guió hacia la cocina en silencio e indicándome que no metiera ruido con un dedo sobre mis labios.
Allí estaba Adela, delante de una encimera de cocina de granito a la altura del fregadero, mirando por una ventana medio abierto. Su mano izquierda reposaba sobre su brazo derecho y este sujetaba un cigarrillo rubio humeante al final de su mano.
Malena nos situó detrás, sin entrar en la estancia y a una distancia suficiente para verla pero no ser sentida nuestra presencia.

Malena cogió la mano por la que me había arrastrado hasta allí y la llevo a su cuello, despacio, suave, posándola sobre el y acariciándolo. Guiaba mi mano por su estirado cuello hacia su pecho. No sabia que hacer ni que decir, ya habíamos tenido suficiente el día anterior....... pero me atraía, me seducía la idea de follármela, me excitaba su sola presencia y el olor de su piel.

Mi mano guiada por su mano alcanzaba su ondulado pecho, como un dios que acariciase las doradas dunas del desierto, ella hacia jugar mi mano por su pecho mientras ella, inerte, impasible, miraba a su hermana aun de espaldas.
- Mira a mi hermana mientras pellizcas mis pezones - me dijo en una susurrante voz baja.
Yo ya había entrado en el modo automático de excitación y aquello era difícil de parar. Me situé despacio a su espalda y alcé mí otra mano para obedecer sus órdenes como un buen soldado. Mis dos manos acariciaban por fuera del camisón sus tersas curvas buscando la prominencia de los botones del placer, mis labios rozaban su cuello mientras miraba por encima de su hombro a Adela y ............
Joderrrrr...... Adela estaba apoyada con sus dos manos sobre la encimera, su cabeza inclinada hacia abajo y el cigarro se consumía entre sus dedos.


Pellizqué suavemente los pezones de Malena como me había "ordenado" y.... ¡diosss!... Adela se estremeció, exhaló aire con furia y batió su cabeza hacia atrás espasmódicamente dejando caer su pelo sobre su espalda.................



17.

La situación desde luego era un tanto desconcertante, jamás en mi vida había visto un caso así, ¡aunque viniendo de gemelas, no era de extrañar!. Entre ellas siempre había una conexión especial, siempre se había dicho que cuando una sentía algo, la otra también aunque estuviera a miles de kilómetros.
Mi excitación aparte de ser evidente me dejaba con la razón y la mente ofuscada para poder fijarme bien en todo lo que pasaba. Me debatía entre lo que debía hacer y lo que en aquellos momentos me apetecía. Miles de justificaciones pululaban por mi mente para poder continuar y saciar mi apetito sexual. Encontrada la excusa más adecuada, tanto para mí, como para justificarme ante Adela, me dejé llevar por la situación.

Malena tan solo permanecía quieta, impasible pero relajada y a la vez algo divertida. La observaba de reojo y su cara y su cuerpo no estaban tensos, pero ella se dejaba hacer.

“¿Por qué?- me preguntaba yo para mis adentros”

Continué con mi “experimento” y seguí acariciando su cuerpo. Ascendí mis manos por sus pechos hasta justo el borde donde comenzaba el camisón. Me detuve jugando con el borde y pasé mis dedos por debajo de la bata hasta toparme con el fino tirante del camisón. Suavemente los deslicé por dentro de la suave tela semitransparente que cubría sus pechos. Hambriento de mujer, los abarqué con mis manos, eran perfectos, perfectos para mis manos, cubrían perfectamente sus grandes y turgentes pechos. Notaba sus pezones en la palma de mi mano, semiduros pidiéndome más y yo les di más.
Dejé mis dedos en el aire y levantando un poco mi mano, lo justo para notar debajo de la palma aquellos deliciosos pezones, comencé a frotar aquella delicia, aquel botón del placer. Mis movimientos circulares sobre ellos hacían su efecto, físicamente en los pezones de Malena que comenzaban a ponerse duros y en Adela el efecto era sorprendente, estaba excitaba como nunca había visto. 


Saqué una mano y lleve dos de mis dedos a la boca de Malena. Acaricié sus carnosos labios y cuando noté que poco a poco se despegaban los introduje con urgencia y recorrí sus dientes y los moje con su lengua. Los saqué rápidamente y volví a introducir los dedos mojados de su saliva dentro de su camisón. Húmedos mis dedos acariciaron el pezón, noté como se erizaba el vello de la piel de Malena, pero ni rastro de excitación. Mis dedos aun húmedos se toparon con los dedos de la otra mano y ambos jugaron con un solo pezón estimulándolo insistentemente pero a la vez con suavidad. Mientras lo pellizcaba, acerqué mi boca a su oreja y mi lengua controlando mi ansia recorrió lentamente el lóbulo.

Malena para mi sorpresa seguía impasible. La situación le resultaba graciosa, ya que de vez en cuando soltaba alguna risita observando a su querida hermana.

Levanté la vista para observar a Adela, en aquellos momentos aunque sabía el problema de las gemelas, mi mente solo pensaba en poseer a aquella mujer que estaba tan excitada, su estado me había enloquecido. Y me pene solo quería estar dentro de ella.

Malena apartó mis manos de sus pechos y se giró lentamente hacía mí.
- ¿Qué te parece querido Enrique?. Estoy segura que estos momentos te mueres por follartela... pero no te olvides que si lo que realmente quieres es que ella disfrute a la que tendrás que follar será a mí... ¿estás preparado...?- dijo ella pícaramente mientras ponía su mano en el bulto que sobresalía en el pantalón.
- ¿Pero... entonces .. tu.. cuando...?- tartamudeé

Malena puso un dedo en mi boca y tan solo me dijo:

-¡Cállate y fóllame!

Aunque estaba excitado, me sentía realmente perdido y la verdad es que en una situación así no sabía como actuar... Malena adivinando mis pensamientos, desabrochó mi pantalón y bajó mis boxers dejando al aire mi excitado miembro. Se bajó los pantalones de su pijama y se acercó a mí. Inmediatamente reaccioné y agarrando una de sus piernas la subí a mi polla erecta y poco a poco la introduje dentro de ella. Cuando me sentí dentro de su cavidad, la apoyé contra la pared y ella a la vez rodeo mi espalda con sus piernas. En aquellos momentos no me importaba ni Adela, ni Malena, tan solo me deseaba saciar mi deseo. Con un instinto animal y por puro desahogo empujé una y otra vez hasta llegar a un intenso orgasmo, eyaculando dentro de aquella cavidad caliente y húmeda.



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