Cap. 10-13
Cogí aquel trozo de papel de mi bolsillo. Mi propia mano en
el bolsillo me hizo sentir un escalofrío similar al que Malene me produjo al
introducir la suya, erizando el vello de mi cuerpo.
Era un papelito, un post-it rosado y doblado en dos pliegues.
Lo desplegué. - No cierres la puerta de tu habitación esta
noche, me gustaría hablar contigo cuando Adela duerma. - decía.
Un sofocón me subió desde el estomago como un tsunami
barriendo y elevando la temperatura de cada poro de mi cuerpo. -
Jooooder....
Ahora si que necesitaba ese agua fresca y abundante que salía
de aquel grifo. Un agua que salía como de los grifos viejos, con forma de
"agua" y no como en los modernos como una perfecta columna de agua
que no parece agua.
Solté los puños de mi camisa para no mojarlos con aquél agua
desordenada y fria de la sierra madrileña que salía a borbotones.
Llevaba una camisa blanca de cuello abierto de corbata, pero
sin corbata y un traje de lino marrón oscuro cuya chaqueta había dejado en la
habitación.
Me aclaré la cara con abundante agua bajando la temperatura
"exterior", porque la interior.......... bullía, con las letras de
Malena. Letras redondas, bien formadas, escritas despacio y por el trazo, diría
que a pluma. Letras inclinadas ligeramente hacia atras, letras reposadas y
extrañamente serenas. Mi trabajo me hacía fijarme en esas cosas.
Al final, aun poniendo cuidado, me mojé algo la camisa y
recordé la primera imagen de Adela en mi consulta. Una impactante imagen de una
preciosa morena "mojada" en el marco de mi puerta. Sonreía para mí
mientras veía mi imagen en el espejo.
En que lio te estas metiendo
"quique" (como me llamaban mis amigos) -pensé- .
El espejo me devolvía la imagen de aquél hombre al que
conocía desde hace cuarenta y seis años, alto, delgado y entrecano. Seguro de
si mismo y responsable.............. por lo menos hasta ahora.......... que no
hacía mas que generar hipótesis sobre aquella situación, hipótesis entre lo profesional
y lo personal, pero.......... no le des mas vueltas - me dije - ya iremos
viendo.... Y salí del aseo mientras organizaba mi camisa un poco
desaliñada y demasiado salida por encima del pantalón.
Al cruzar el umbral de la puerta del aseo que daba al hall
de la entrada, sentí la música. Y digo sentí, percusión violonchelo y
piano, que sonaba ligeramente alta. Venía del salón y era una melodía
conocida.
Me acerqué a la entrada al salón tratando de identificar los
acordes,............ sonaba aaaaa...... si, música de Cohen, Leonard Cohen,
pero en boca de mujer. "Dance to the end of love", si esa era
pero no sonaba igual, sonaba mas musical menos cascada por la áspera voz de
Cohen.......
Atravesé el hall y desde la puerta del salón ví a Malena.
Estaba de espaldas a mi, junto a una mesita o mueble donde estaba el teléfono,
que ya había colgado, y una cadena de sonido. El aparato era moderno. Un ipod
enchufado a un amplificador de esos de los de antes, negros, metálicos y con
agujas indicadoras de nivel que se movían al compás de los
graves. Altavoces disimulados por toda la estancia, de los de caja de
madera noble, donde el piano suena a piano y la percusión y la cuerda te hacen
vibrar el estomago.
Como intuyendo mi presencia Malena bajó el volumen de la
música permitiéndome hablar:
- Dance me to the end of love - dije -
Ella se giró de inmediato, un giro rápido, un giro que hizo
que su pelo volara acariciando el aire, un giro estudiadamente "ejecutado".
- Si, pero versionada por Madeleine Pey Roux - añadió - ¿Te
gusta la música Henry?
Un "Henry" que sonaba a sofisticado intento
de familiarización.
- Si, mucho y además así versionada suena de maravilla.
- ¿Y bailar?, - añadió - al tiempo que subía el volumen
de nuevo e iniciaba un camino decidido hacia mi.
- Bueno yo noooo precisamente nooo soy .......
Daba igual, ella cruzaba los diez pasos que nos separaban
con paso firme, una pierna tras la otra en perfecta línea recta cual modelo de
pasarela.
Socorrooooo, pensaba, al tiempo que mis ojos buscaban
desesperadamente a Adela como tabla de salvación de la comprometida
situación, ........ pero no, no estaba allí.
Decidida cogió mis manos cuyos puños de camisa aun no habían
sido abrochados. Llevó directamente una a su cadera que estaba diseñada para el
reposo, para la caricia de una mano de hombre y la otra envuelta por su
mano recogida y cercana a su pecho. Su pierna invadió mi entrepierna obligándome
al movimiento y saliendo del trance al baile al cual me abandoné simplemente
acompasando sus movimientos y dejándome llevar.
Mi cuerpo rozaba, sentía y se erizaba al contacto de su
cuerpo, mientras mi mente, mi imaginación, era Adela a quien deseaba tener
allí, tan cerca, tan apasionada música compartiendo y más al fondo de mi cabeza
y con una voz en off, un angelito tocando lo "coj..." y recordándome
que estaba casado, que estaba trabajando y que....... pues eso.......... que
quizás............. mucho tomate "pa" pocos
"güevos".........
Pero la carne, la imaginación y la testosterona, nos juegan
malas pasadas y esta vez me arrolló, disfruté, disfruté como nunca. Mi
cabeza recordaba los "bailes" que me echaba yo sólo en la consulta al
ritmo de parecidas melodías. Bailar, un deseo oculto y tantas veces reprimido
por vergüenza, por falta de oportunidad, por yo que sé qué, pero Malena me
hacia vibrar, excitarme y disfrutar. Malena alternaba su cabeza en suaves
vaivenes, reposaba en mi pecho y al poco me hacía girar aireando su melena que
filtraba el aire y lo impregnaba de su olor. Un perfume exquisito de matices
dulzonamente florales, pero con fuerza y estilo. Su respiración era exhalada
contra mi pecho, caliente, profunda y acentuada cada vez que mi brazo
estrechaba su cintura y la controlaba firme, sin reparos ni vergüenza. Sentía
como la presión ejercida por mi brazo y mi mano en su espalda, le
aportaba una agradable sensación de protección correspondiendo como
una gatita ronroneante.
Fue un delicioso momento que parecía no acabar.
Girábamos y girábamos con lentos y cercanos movimientos
sobre su cabeza mi vista giraba y recorría la estancia pasando por la
entrada donde............. estaaaaaaba Adela.
Su mirada clavada en nosotros, con cara
de "hermana, eres imposible" y ...............
Yo me detuve mirando atontado a Adela, mantuvimos nuestras
miradas unos segundos lo suficiente para decirnos de todo sin hablar.
- ¡¡ay... hermanita no seas boba... solo es un baile!! ¿Acaso
no puedo entretener a tu invitado en tu ausencia?- dijo Malena con voz inocente
pero cargada de veneno al ver como se cruzaron las miradas de su hermana y
Enrique.
No estaba dispuesta a ceder esta vez, había dado el primer
paso y seguiría con su plan, costase lo que costase. Enrique le gustaba y sería
suyo al precio que fuese, aunque para eso tuviese que emplear las armas de
siempre. Malena apartó esos pensamientos guardándolos para la noche ¡¡tenía un
plan!! Y seguro que no iba a fallar.
La música seguía sonando y todos nos quedamos paralizados ante
la incomoda situación. Adela rompió el hielo que nos había envuelto.
- La cena está preparada, será mejor que te sientes Enrique,
Malena y yo traeremos la cena.
Perdí de vista a las gemelas tras una puerta que estaba
dentro del salón. Agradecí un poco de descanso, me sentía el trofeo de ambas o
mejor dicho el postre de Malena. Entiendo por que la mayoría de mis colegas se
negaban a ir a casa de sus posibles pacientes y más si son mujeres. Ahora que
conozco a Malena, puedo entender ese comentario que me hizo Adela en la
consulta.
“Mi hermana tuvo una mala, muy mala experiencia con un
colega suyo, bueno por decirlo de alguna manera...”
Lo que tenía claro que está noche tenía que guardar
distancias y tal vez deba cerrar la puerta. La paciente es Malena y le debo un
respeto... pero lo de Adela... ¡¡¡ uffff.. es que tiene un polvazo!!!
En la cocina Adela reprendió a Malena, no solo por que
lo que realmente quería era ayudarla y sabía lo que era capaz de hacer... por
eso llamó al Dr. Ventura, sino también porque tenía muchas cosas que averiguar
aun, a pesar de todo lo que sentía por él, cosa que antes de empezar con todo,
no había tenido en cuenta. Había contado con múltiples contratiempos, pero no
con este, con esa atracción tan fuerte que sentía por él.
- Malena ¡¡por favor, deja de jugar con mis amigos!!
- ¡¡Estas celosa!!- contestó Malena divertida.
- ¿celosaaaaa... yoooo???.... vamos, ¡¡¡no digas
tonterías!!. A mi Enrique no me gusta- intentó aclarar con poco convencimiento.
- ¡¡¡Vamos hermanita, seguro que mojas el tanga cada
vez que lo miras... ¿Crees que no me he dado cuenta como lo miras?...
jajajaajjaajajaaaa
- Lo que no me parece bien es que te les eches encima como
una cualquiera-
- Ya llegó de nuevo la mojigata.... ¡¡¡entérate hermanita,
lo que hombres quieren eso... mujeres atrevidas, ardientes...!!!
- ¡¡Ya por eso siempre te he tenido que sacar de todos tus
embrollos y líos... por atrevida!!. Mira dejémoslo ya, Enrique nos está
esperando y seguro que sí seguimos aquí discutiendo no vamos a conseguir nada,
además de preocuparlo. Anda coge la bandeja del entrante y sal, que yo llevo la
de la ensalada.
Malena salió triunfal y sonriente, olvidando todas las
palabras que su “queridita hermanita” le había dicho.
“Ese hombre será mío y tú no me los vas a impedir”- pensaba
una y otra vez mientras sonreía descaradamente a Enrique.
Detrás sin perder de vista a su hermana salió Adela portando
una bandeja redonda con su ensalada preferida, no sabía los gustos de Enrique,
pero confiaba en su buena elección.
- Mi hermanita, ha preparado un entrante especial pensando
en ti- dijo con retintín- Son canapés de queso de cabra en rulo templado con
mermelada de violetas y foie.
La actitud de Malena había cambiado y Enrique lo vio en sus
ojos. Debo de estar muy atento... o seguro que la jodo....
- Seguro que será un placer probar tan exquisito bocado –
Adela dejó la fuente en la mesa y mirando a Enrique, le
dijo:
- De primero le he dicho a la cocinera que preparara esta
ensalada tibia que tanto me gusta, “Ensalada mar y montaña”, como su nombre
sugiere lleva carne y pescado, es una mezcla que me parece deliciosa. Por
cierto, ¿te apetece vino para la cena? Tenemos refrigerado Blanc Pescador y
rosado, Mateus Rosé, con un poco de aguja por supuesto, pero si te
apetece tinto te puedo subir cualquiera de la bodega, al menos que prefieras
beber Cava...
- Por mí, con una hamburguesa o una pizza, hubiéramos
resuelto la cena, no sé por que te empeñas en tanta parafernalia- repuso Malena
con tono jocoso.
- Tu eres tu y yo soy yo, la naturaleza quiso que
fuéramos hermanas gemelas, iguales por fuera pero diferentes por dentro.......
Comenzamos a cenar y el ambiente estaba cargado, cargado de
miradas algo inquietantes entre las gemelas e incómodas para mí. Me habían
sentado presidiendo la mesa y tenía una a cada lado. Malena a la derecha y
Adela a la izquierda. La tensión entre ellas era palpable pero en el fondo
sabía que yo era el culpable de aquella situación, las tenía a las dos
“peleándose” por mí y, sinceramente, me encantaba la sensación que me producía
ver como dos hermosas mujeres me deseaban de igual forma.
Adela se decantó por el Blanc Pescador y mientras llenaba
mi copa no pude evitar perder mi mirada en su escote, ella se dio cuenta y me
sonrió complaciente. Estaba muerto de hambre había pasado un día de locos y
apenas había probado bocado, sin embargo, mi apetito iba más allá de la comida…
mi apetito era de ¡¡¡sexo!!!.
Deseaba con todas mis fuerzas a Adela y sabía que se me
estaba notando, en aquellos momentos ni recordaba que llevaba una alianza a la
que me debía, ni que me esperaba una esposa en casa, mi deseo animal me podía…
Tras los entrantes el ambiente se relajó. Hablamos de cosas
cotidianas, reíamos y parecía que las hermanas Montoro habían firmado una tregua.
Creí que sería el mejor momento para analizar a Malena, recopilar información
para poder valorarla y ver que podía hacer por ella, pero ¿cuál fue mi
sorpresa?...
Cuando mi mente trataba de decidir cual iba a ser la
primera pregunta que formularía sentí una mano posarse en mi muslo ¿qué
muslo?... el izquierdo. Mis neuronas o mejor dicho, la única que en aquel
momento estaba activa, se despertó recopilando en mi mente cual de ellas estaba
sentada a mi izquierda y ¡bingo! … era Adela. La miré y le sonreí, sabía que no
estaba bien, pero sentir su mano sobre mí me dio una sensación difícil de
describir. Me sentía genial, si hubiésemos estado los dos solos la hubiera
subido a la mesa en aquel instante y la habría follado con todas mis
ganas….¡Diossss, como lo deseaba!
Disfruté de aquel instante de acercamiento entre nosotros y
me incorporé a la conversación que había perdido, pues mi cabeza, o mejor
dicho, el músculo que traía de fábrica y despertaba debajo de mis pantalones
había desviado mi atención. Pero aún me esperaban más sorpresas.
Un cosquilleo recorrió mi pierna. ¡¿Cómo podría ser si las
manos de Adela ya reposaban sobre el mantel?!... ¡¡¡Santo Dios!!!... era mi
pierna derecha. Malena jugaba con mi pierna con su pie descalzo –sentía su
calor y la sensualidad que un zapato no podía transmitir –.Era muy agradable.
Ella paseaba la punta de su pie por encima del pantalón y se iba abriendo paso
hasta mi entrepierna –nunca nadie me había conseguido excitar de aquel modo.
Aquellas ínfimas caricias que sus deditos me producían encendían aún más mis
instintos y por supuesto los de mi miembro que mostró su esplendor atrapado por
aquella maldita cremallera que lo asfixiaba y que, por suerte para mí, podía
esconder debajo de la mesa.
Traté de guardar las formas y que Adela no se diera cuenta
del juego que se estaba produciendo. Solo esperaba que ambas no se pusieran de
acuerdo y decidieran jugar al mismo tiempo con mis piernas y mi “juguetito”
porque entonces aquello podría convertirse en una auténtica batalla campal… o
si.
La idea de poseerlas al mismo tiempo se apoderó de mí y mi
mente volvió a escarpar, a fantasear y esta vez imaginé lo que sería tenerlas a
las dos a mis pies o mejor dicho entre mis piernas.
–¿Te imaginas Enrique? – me pregunté a
mi mismo…
… una a cada lado postradas ante mí,
semidesnudas, con las rodillas hincadas en el suelo paseando abiertamente con
sus manos, sus lenguas y sus bocas calentando mi pene y alternándose para comer
de el durante largo rato. Sentir el roce de sus manos presionando y elevando mi
medida para después pasar a ser masturbado por las dos a la vez, con sus labios
besarían mi cima e irían bajando y subiendo sin perdón, como si me castigasen
por haberlas cautivado y cuando sus bocas se cansaran se turnarían para posarse
sobre mi verga, más dura y firme que nunca, y montarían, como si de un caballo
de tratase, quizás primero Adela luego Malena, el orden me daba igual. Podría
sentir sus sexos húmedos mojando el mío y disfrutar de cada movimiento
aguantando mis ganas de explotar para darles mucho más. Darle a cada una su
merecido. Sentir el placer de tenerlas a ambas, quizás a Adela comiéndome la
boca mientras Malena cabalgaba o penetrar a Adela desde atrás mientras con mis
dedos conseguía el orgasmo dentro de Malena… Ufff, mil ideas no paraban de dar
vueltas por mi cabeza y tuve que contener el paquete de mi pantalón con una de
mis manos para evitar mancharlo.
– ¿Enrique quieres postre? – me preguntó Malena
clavando su mirada en la mía como si supiera en lo que estaba pensando, justamente
en follarla, pues esa misma era la imagen que ahuyentó cuando interrumpió mi
fantasía con la preguntita. Claro que quería postre, el postre eran ellas dos
servidas con un tanga y tacones de aguja a mis pies haciendo realidad la
fantasía de cualquier hombre.
– No, gracias. Creo que ya estoy “servido”..............
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