Imagen: Helmut-Newton |
Cap. 14
De buena gana me hubiera gustado “hablar los tres”
y más porque mi pene estaba a punto de estallar, pero políticamente no era
correcto, así que sin demostrar mucho interés agarré suavemente pero con
firmeza la mano de Malena y la retiré de mi pene.
Intentando suavizar la tensión que se había creado
en el ambiente dirigí mi mirada a Adela y le pregunté:
- Y para mañana has pensado algo, ¿con qué me vas
o vais a sorprender?
Adela bajó la mirada recordando sus planes para la
mañana y recordando lo pasado con su hermana temía dejar a solas a Enrique con
Malena, aunque en principio ese era su plan inicial, ahora dudaba que fuera lo
ideal.
- Enrique, tendrás que perdonarme, pero mañana por
la mañana he quedado con Abel tengo que ayudarle con unos papeles del despacho.
Malena nos miraba divertida, no solo por la
situación que se había creado sino también por el efecto del porro que se
estaba fumando. Eso le soltó más su lengua y atrevida dijo:
- Ah, sí hermanita, tu querido Abel ¿Y no le vas a
decir a Enrique quién es Abel?... ¿acaso pensabas follar con Enrique y ponerle
los cuernos a tu queridísimo y perfectísimo novio?
Adela por un instante se ruborizó pensando en la
bochornosa situación que le estaba poniendo su querida hermana. Se armó de
valor y envalentonándose, contestó:
- ¡Te estas descubriendo tu solita, me lo has
puesto en bandeja! ¿Te crees que no me había enterado que te habías hecho pasar
varias veces por mí para tirarte a mi novio?
- ¡No es para tanto... solo quería saber si era
digno de ti o era un golfo!, ¡qué poco agradeces mi ayuda! Pero sí, hermanita,
tu Abel es tan soso como tú..., lo que no entiendo es como supo que era yo...
supongo que es por que tú no eres tan fogosa como yo... Tan solo me acerqué a
darle un beso y eso le bastó... ¡ te voy a tener que enseñar a besar hermanita!
Y seguro que también ha algo más... ¿le has chupado ya la polla?... ¿ te ha
comido...
Una sonora bofetada se oyó y tras eso nada, el más
puro silencio.
Adela nunca se había enfrentado a su hermana pero esta conversación la estaba sacando de quicio. Había aguantado mucho y no estaba dispuesta a que ahora aireara sus intimidades y menos que la pusiera en ridículo delante de Enrique. Suspiró mientras observaba como su hermana se tocaba la cara donde había recibido la bofetada que ella le había propinado. Las cosas se le habían ido de la mano, no esperaba que la velada acabara así. Estaba realmente asustada tanto por el cauce por el que se estaban desviando los hechos como por las reacciones que estaba sintiendo cada vez que estaba cerca de Enrique... cuando estaba cerca de él, era como si otra mujer actuara por ella. Sentía un gran cosquilleo recorriendo su columna vertebral hacía cosas que nunca había hecho con Abel, ¡Había algo en él que le llamaba, pero estaba casado y ella comprometida! Sentía una gran confusión en su mente con todos los acontecimientos que se estaban desarrollando.
¡Qué sería lo próximo en suceder! – pensó Adela.
Estaba convencida de que esa bochornosa situación no iba a quedar así, ella por
su parte lo daba por zanjado, pero sabía que Malena no, ella era... ¡Era
impredecible!
Mientras pensaba eso vio como las aletas de la
nariz de Malena comenzaba a hincharse, sabía que eso no iba a acabar bien, así
que improvisó una palabras de despedida, no quería discutir delante de Enrique.
- ¡Será mejor que lo dejemos aquí, Malena! Es
tarde lo mejor sería que nos fuéramos a dor....
Adela no pudo acabar la frase, Malena se había
abalanzado encima de ella y tirándole de los pelos la tiró al suelo.
Ambas rodaban por la alfombra como fieras
enloquecidas y sin domar, los gritos, los quejidos y los insultos recorrían
todo el pasillo.
Al principio Enrique miró divertido la escena pero
supo enseguida que debía actuar... pero también intuía que no debía ser fácil
separarlas.
Si no lo intentaba no lo sabría.
Si no lo intentaba no lo sabría.
15.
Como buen caballero que soy las fui a separar. No
fue fácil. Adela tenía cogida a Malena del pelo y no había manera de
despegarla, y Malena había enganchado a su hermana por la cintura con los
brazos. Las dos no dejaban de patalear como gatas furiosas revolcándose en el
suelo y aunque sabía que peligraba mi integridad física al interponerme me
arriesgué y lo conseguí.
Ambas estabas sofocadas, con los pelos revueltos,
los vestidos mal puestos, el maquillaje corrido y a Malena se le había bajado
un tirante dejando al descubierto uno de sus pechos, cosa que no parecía
importarle.
-
¡Tápate descarada! – gritó Adela y de un portazo salió de la habitación.
-
Que descanses Enrique – dijo Malena, subiéndose el tirante con una
sensualidad y una mirada que incitaban al pecado, abrió la puerta y se marchó.
Uffff, por fin había terminado todo. Desde luego
en el despacho no veía escenas como aquella.
Me tiré en la cama mirando al techo con la ropa
puesta y desabroché la cremallera del pantalón junto con el botón… ¡diosss que
alivio!... estaba deseando liberar mi miembro y dejar que se bajase aquella
enorme erección.
Hice un balance sobre todo lo sucedido hasta el
momento y fue cuando recordé la nota que Malena había puesto en mi pantalón,
horas antes, en la que me decía:
”No cierres la puerta de tu habitación esta noche,
me gustaría hablar contigo cuando Adela duerma” … se me había olvidado por
completo. Di un salto de la cama, me dirigí a la puerta y me quedé delante de
ella pensando que hacer…
La tentación era muy grande, en todos los
sentidos, encontrarme con Malena podría ayudarme a concretar mi diagnóstico
para encontrar el tratamiento más adecuado… pero también estaba el tema del
sexo. Dudaba sobre las intenciones de Malena y de que solo quisiera verme para
hablar, se suponía que ella no tenía ni idea de quién era yo realmente,
entonces, que sentido tenía que quisiera hablar conmigo. Eran demasiadas
incógnitas después de un día tan largo cargado de emociones, además estaba
Adela y sabía que no aprobaría que me viese a solas en mi habitación con su
hermana, posiblemente porque hubiésemos terminado follando… así que decidí echar
el cerrojo y volver a la cama a tratar de dormir.
Tras dar unas cuantas vueltas intentando acoplarme
al colchón oí un pequeño ruido en el pasillo. Me quedé quieto. Unas pisadas se
dirigían hasta pararse en mi habitación y, gracias a la luz que entraba por la
ventana, pude ver como el picaporte de la puerta giraba–esa debe ser Malena–
pensé. Como era de esperar la puerta no se abrió y las pisadas tornaron su
camino por el pasillo. No sé si me sentí liberado o si había cometido una de
las mayores estupideces de mi vida pero ya estaba hecho. Sin embargo, para mi
sorpresa, aquel momento de tensión había despertado al“organismo” que andaba
liberado entre las sábanas y que entre mis piernas pedía a gritos que le
hicieran caso. ¡Joderrrr! Ya estamos otra vez.
Así era imposible dormir. No me quedaba más
remedio que hacer algo, sabía que si conseguía “descargarme” tendría la cabeza
más despejada al día siguiente y físicamente me sentiría más “ligero”.
Fue mi mano derecha la que decidió poner remedio
por mí y cuando me quise dar cuenta ya reposaba a sus anchas sobre mi pene.
Pequeñas caricias y “paseillos” levantaban aún más la dureza de la que tanto me
había quejado, acudí a mi mente para ayudarme en mi “faena” y recordé a las
chicas revolcándose por el suelo, despeinadas, con los vestidos subidos y, por
supuesto, el pecho desnudo de Malena… uffff… eso sí que me ayudó. Tenía tan
reciente la escena y todo lo sucedido durante la cena que casi podía sentirlas
al lado mío: Malena con su mano en mi verga y Adela dándome de“mamar” de sus
pechos. Volvíamos a ser tres en mi cabeza pero solo uno en la cama.
Mis manos aumentaron el ritmo, iba de arriba abajo
subiendo mi excitación en busca del momento perfecto para explotar. Un
escalofrío me recorrió y pequeños espasmos en mi vientre me anunciaron la
inminente llegada. La cogí con las dos manos con desesperación, tiré de ella
hacia mi y la masturbé con dureza, fuerte y enérgicamente, un segundo más y……
yaaaaaaaaaa.
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