20.
-
No sé en que andará tu cabecita
Malena. Desde luego no se me ocurre a que te refieres pero mientras espero creo
que es hora de que tengamos tú y yo una conversación. ¿No te parece?... – le
dije sin titubeos, con la idea de sacar mis últimas conclusiones antes de
decidir un tratamiento.
-
¿Así que quieres ir al grano Enrique?
… pues te lo voy a poner más fácil de lo que crees. – dijo Malena sin dejar de
observarme desde su relajante situación.
-
Para empezar sé perfectamente quién
eres y a lo que te dedicas. Lo supe desde el mismo momento en que te ví entrar,
de hecho tú y yo ya nos encontramos en una ocasión… solo que no me recuerdas.
¡Que
no la recuerdo!... Claro que no la recordaba y ni se me pasaba por la cabeza
que hubiese podido olvidarme de alguien como ella. No la creí, pensé que era
parte de alguna mentira para desviarme de mis intenciones y aunque me asaltaron
las dudas no la hice partícipe de ellas y la dejé que continuase.
-
Continúa…
-
Quizás no lo recuerdes porque hace
mucho tiempo y yo estaba más cambiada. Porque aunque no lo creas yo no he sido
siempre “así” y gran parte de culpa de mi transformación la tiene la mojigata
de mi hermana.
-
No entiendo nada Malena, quiero que
seas más explícita conmigo. Ya sabes quién soy y que estoy aquí para ayudaros a
las dos pero para hacerlo necesito aclarar muchas dudas que aún tengo y sacar
mis propias conclusiones. – dije mientras miraba sus gestos tratando de
averiguar hasta que punto lo que me estaba contando era coherente y buscando
cualquier indicio de que me estuviese mintiendo.
Tenía
que conseguir que se desprendiese de la fría e indiferente coraza que la estaba
ahogando y traerla a mi territorio sin caer en su juego.
-
Esta bien Enrique, hagámoslo a tu
modo. Pregunta.
Por
fin era mi momento. Empezaba el interrogatorio.
-
Estupendo. Hablemos claro y podremos
avanzar.
-
Hay una cuestión que necesito aclarar
antes de nada, es un poco delicada de exponer, intentaré ser directo sin caer
en la grosería.
-
Dispara sin miedo Enrique.- dijo
Malena mientras salía del jacuzzi y se secaba.
He de
reconocer que durante unos segundos dejé a un lado la libreta de apuntes que
estaba creando en mi cabeza y me recreé en su figura saliendo de aquella enorme
bañera. Aún se sentía un perfume especial en la habitación y las gotas de agua
que corrían por su cuerpo parecían ir al compás de los sentidos. ¿¿¡Qué diablos
tenían aquellas hermanas que me volvía un completo pelele!??... y… ¿¿¡por qué
mi pene siempre acudía a sus provocaciones??!!... En fin, debía de apartar
aquellas preguntas y centrarme en las que tenía que hacerle a mi “paciente”.
-
Esta bien, vamos allá. Necesito
descartar la posibilidad de que vuestro problema sea físico.
-
¡¡¡Físico!!! Pues es evidente que lo
es querido “Watson”. - interrumpió Malena.
-
Déjame acabar por favor y entenderás a
donde quiero ir.
Cogí
aire y me dispuse a hacerle la gran pregunta.
-
El principal problema aquí es que
cuando una de vosotras tiene un contacto físico con un hombre es la otra la que
lo siente y lo vive en su cuerpo. Por eso necesito saber si esto también ocurre
cuando os tocáis vosotras.
-
Jajajajajaja.- se descojonaba Malena
mientras encendía un cigarrillo y se sentaba junto a mí.
-
¿Veamos si lo he entendido?... Quieres
saber si cuando mi hermanita se masturba yo lo siento también.
-
Exactamente. Y al revés.
-
Pues mira por donde en eso no puedo
ayudarte. Te explico querido “Watson”. Resulta que tu querida Adela no hace
esas cosas, ella no se masturba, el por qué… no tengo ni idea, supongo que por
lo mojigata que es, así que no puedo responderte con total conocimiento de
causa.
-
¿Y tú?... Porque apostaría la cabeza
que tú si que te masturbas.
-
Es cierto que alguna vez lo he hecho
para poner cachondo a algún tío pero no he sentido nada, así que para qué
perder el tiempo en “experimentos”. Con respecto a Adela no tengo ni idea si
ella lo ha podido llegar a sentir.- siguió contestando o más bien reflexionando
con total calma.
Estaba más confuso
todavía. La idea de aquella pregunta era descartar un problema físico para
poder centrarme en el emocional. No entendía nada. Si alguien la toca lo siente
la otra pero si se tocan ellas… ¿qué es lo que pasa?... Esto no tenía sentido.
Tenía que aclararlo.
-
Esto no me aclara nada. No tiene
sentido para mí. Si es un problema físico cuando Adela se masturba tú deberías
sentirlo y si tú lo haces debería sentirlo ella, sin embargo resulta que
ninguna de las dos se ha parado a averiguarlo y me encuentro como al
principio.- dije en voz alta acompañando a mis pensamientos y a los garabatos
que en mi mente se amontonaban.
- Ya veo que empiezas a recopilar piezas para
solucionar éste “rompecabezas”. Si quieres llamo a Adela y le preguntamos. –
dijo Malena entre risitas y con el cigarrillo ya consumido.
- Desde luego necesito preguntarle también a ella
pero no creo que sea el tipo de pregunta que se deba hacer por teléfono.
Esperaremos a que vuelva.- respondí a su propuesta.
-
Pues yo creo que no debemos esperar,
se me ocurre como adelantar en tu diagnóstico mientras ella llega.
-
Me das miedo Malena. ¿Qué trama esa
cabecita tuya?...- pregunté con curiosidad.
-
Experimentar querido “Watson”.
Experimentar....
En aquel momento Malena
me cogió de la mano y me sacó de las escaleras, andamos unos pasos y me llevó a
una de las habitaciones. Se tumbó sobre la cama sin quitarse la toalla, abrió
las piernas y se libró del minúsculo tanga que aún llevaba. Su cuerpo se quedó
envuelto por la toalla tapándola desde el escote hasta los muslos.
- Siéntate Enrique. Desde ese sillón podrás
observarme con precisión y tomar notas como si estuviésemos en tu consulta.- me
ordenó Malena con un tono entre irónico y sensual.
Yo obedecí. Me acomodé en
un amplio sillón apenas a unos pasos de ella y comencé a observar sus
movimientos. Ella se comenzó a tocar.
La casa estaba en
silencio, solo los pequeños gemidos de Malena la llenaban. Al principio
parecían forzados, posiblemente para llamar sus ganas, pero conforme sus manos
paseaban por sus muslos desnudos sus piernas se abrían aún más. Una de sus
manos jugaba con su entrepierna y la otra bajo una toalla que le oprimía los
pechos buscando un hueco donde meterse. Yo cogí el cojín que había en el sillón
y me lo puse sobre las rodillas, era grande y mullido, y era lo que encontré
más a la mano para disimular mi gran erección.
La sensualidad de Malena
rozaba la pornografía, verla era una delicia que pocos hombres sabrían
apreciar.
Su cuerpo se retorcía
sobre las sábanas de seda que crujían débilmente y se arrugaban al ritmo de sus
piernas. Los gemidos subieron el tono y por la posición de su mano derecha
sabía que sus dedos ya la habían penetrado. En aquel momento no podía pensar
con claridad, necesitaba averiguar si aquellos gestos eran reales o fingidos -
al fin y al cabo de eso se trataba aquel “experimento”- pero tenía que
encontrar el modo de centrarme y de dejar de babosear ante la divina imagen de
aquella hermosa mujer masturbándose delante de mí y poniéndome la polla a mil.
-
¿Sientes algo Malena?...- pregunté
tras carraspear y aligerarme la garganta.
-
¿Tú que crees Enrique? ¿Crees que soy
tan buena actriz?...- contestó ella en medio de un gemido.
-
Eso es lo que necesito saber. No te
andes por las ramas. Si fuese por mí te daría un Oscar por ésta actuación, si
es que lo es.- añadí medio en broma para intentar desviar mis pensamientos de
su cuerpo.
-
Desde luego eres todo un profesional.
Todavía guardas la compostura. Sin embargo, creo que necesito ayuda por aquí
abajo para estar más segura de lo que siento y de lo que no…. ¿Me ayudas a
descubrirlo? … Es muy fácil, solo tienes que meter tus manos bajo la toalla,
justamente donde yo te indique, introducir tus dedos lentamente, tranquilo
entrarán sin problema te aseguro que estoy de los más húmeda y preparada para
ti, después solo tienes que empujarlos hasta el fondo sin miedo ni titubeos,
mientras me miras a los ojos oirás mis gemidos, de ese modo podrás compararlo
con los anteriores y diagnosticar con toda claridad puesto que el que tú me
produzcas será falso y los demás… ¿cómo fueron?... ¡Adelante!. Hazlo Enrique.
Mis
piernas temblaban ante las insinuaciones de Malena, la tentación era
desbordante, poder tocarla, empaparme de sus fluidos y… ¡¡¡Qué lechessss!!!...
¡¡¡A la mierda el diagnóstico!!!...
-
¡Alto! ¡Ya es suficiente!- se oyó un
fuerte grito y la imagen de Adela apareció como de la nada.
21
Adela
irrumpió en la habitación, como no. Cómo engañarla si era ella la que sentía
todo lo que Malena transmitía.
-
Enrique - me increpó, - ¿todavía no te has dado cuenta de nada?
Me
quede sorprendido, helado diría yo, no me he dado cuenta de que?
-
mira a Malena entre sus piernas, mira ese coño que ya te has follado.
Malena
seguía con su juego de acariciar se mientras mantenía una pícara mirada en su
rostro observando la escena de desconcierto entre su hermana y yo.
-
Míralo bien me volvió a increpar.
Desconcertado
volví mi vista a aquel magnífico sexo semirasurado de Malena y fue cuando lo
ví. No era un sexo femenino corriente era una vagina....... reconstruida. Tenía
lo básico pero no era de tejido original, era fruto de una operación de cambios
de sexo o reconstrucción de un órgano sexual femenino.
Me
aparte un poco, no asustado sino sorprendido e instintivamente pregunte a
Malena,
--
¿Malena, tu has sido si antes un hombre?
-
Si mi querido Watson - con socarrona sonrisa afirmó.
Fue
entonces cuando mi cabeza rebobino y como un ordenador encajó situaciones y
experiencias, pacientes y expedientes y un nombre brotó a mi mente.
-
Abel, eres Abel?
Sonrió
Malena y Adela exhalo con fuerza su respiración, no se sí de alivio o de
impaciencia.
Abel
había sido un paciente mío hace ya unos años. Fue una de esas experiencias para
olvidar. Un chico afeminado al que yo creía ambiguo en su sexualidad que trato de
seducirme y que yo rechacé tras algunas insinuaciones suyas en mi consulta.
Alguien al que posiblemente no supe comprender y con una actuación mía dejada
llevar por mi inexperiencia y exacerbado machismo innato.
Me
dio un vuelco el corazón, el estómago se me encogió como oprimido por un puño y
por un momento no tuve palabras. Estaba tan sorprendido como avergonzado.
--
Abel Dios mío como has cambiado. Te has operado........ todo........ -dije sin
poder contener mi sorpresa-
-
Si mi querido Enrique - afirmo - y al final me follaste, aún a tu pesar.
Refiriéndose a la escena de la cocina en la que me lo había tirado contra la
pared mientras su hermana se retorcía en diferido.
La
situación por inusual, compleja y porque no decirlo, excitante, revolucionaba
mi mente. Y una pregunta no dejaba de rondarte. ¿Era una venganza? ¿Realmente
querían mi ayuda? ¿Era Malena o Abel que me buscaba como antaño?.
--
¿Qué queréis de mi?
-
Ayuda -respondieron al unísono. Ayuda que una vez nos negaste, reafirmo Malena.
--
Malena, porque supongo que así querrás ser llamada -dije-
-
Si por favor, aseveró
--
Malena y Adela, os voy a ayudar, confiad en mi. Todavía no se cómo. Pero os voy
a ayudar. También os pido que basta de juegos y que me dejéis pensar un
momento.
Y
todavía mojado el bóxer pero con hombría acobardada me retire a mi habitación
para poner en orden mis ideas y tratar de buscar una solución luna salida a
aquella situación.
Desde
mi habitación, en la que daba vueltas como un gato encerrado, mi cabeza bullía
dejándoselo llevar por ideas absurdas y de vez en cuando tarareando la música
que volvía a oír se a lo lejos. "dance me to The end of love" que
volvía a poner supongo Malena. Tan propio de los enfermos obsesivos que a
menudo acompañan sus infinitas reiteraciones con música a todo volumen.
Vueltas
y más vueltas ideas y más ideas, .......... Experimentación había dicho antes
Malena, claro porque no. A veces las soluciones nos las dan los propios
pacientes y sólo es necesario escuchar. Experimentación.
Cogí
mi chaqueta y las llaves del coche. Y salí raudo hacia la puerta.
Me
salió al paso Adela.
-
¿Nos abandonas de nuevo?
--
No Adela, no, pero he de salir y espero volver pronto.
-
Pero es tarde ya Enrique, donde vas?
--
Confía en mi, donde voy cierran tarde volveré hoy mismo, no os vayáis a la cama
hasta que llegue.
Y
salí de las casa dejando por un momento aquella jaula de locos.
Por
un momento pensé en no volver, mientras daba vueltas por las calles de Madrid
buscando un sexshop que estuviese abierto a aquellas horas de la noche.
Nada
todo cerrado, joder que punto desastre. Casi desesperado pare al borde de una
parada de taxis y pregunte al primero del turno.
-
buenas noches, le pago la carrera si me guía a hasta el sexshop abierto a estas
horas más cercano.
Me
miro aquel buen hombre con cara de, joder en mi puta vida me habían pedido eso,
pero me dijo sígame y tal cual me volví al coche y seguí al Octavia blanco que
me guiaba por intrincadas callejuelas de la zona Lavapies.
Tras
unas cuantas vueltas paró frente a un local lúgubre con luces de neón que más
que un sexshop parecía un puticlub.
Se
bajó del coche y acercándose a mi ventanilla me dijo aquí encontrará de todo lo
que pueda imaginar. Son 60 €, carrera, nocturna.....
--
Si sí sí claro, le corte mientras me echaba mano a la cartera y que por suerte
llevaba pues con las prisas me la podía haber dejado tranquilamente. Pero
no, le pague y busque un sitio para estacionar el coche lo mejor que pude.
Ya
en la puerta del local volví a pensar sobre mi idea y me adentré en la
confianza de estar haciendo lo correcto.
El
local era en efecto un puticlub. Pero tenía la peculiaridad de tener una zona
con artículos eróticos y juguetes sexuales. Y no cualquier cosa no, había de
todo. Joder había cosas que no había visto en mi puta vida. Había cosas que
tenían que hacer hasta pupa.
A
vueltas por las estanterías y esquivando las insinuaciones de las chicas que
pensarían que era un depravado solitario, aunque poco les debía importar.....
Al final di con lo que quería. Hubiera jurado que era fruto de mi imaginación
pero no, que ostias, existía vaya si existía. Y en varios colores. Negro me
pareció del gusto de la pareja que me esperaba en el chalet.
Lo
cogí y directo a caja. El cajero ni se inmutó. Ni buenas noches ni una puta palabra.
125,00€ parecerían en el display de neón azul que mostraba la caja.
--
Aceptan tarjetas - pregunté, porque ya no llevaba suficiente efectivo después
del sablazo del taxista.
-
Si, mientras me cogía la
Visa. Al tiempo que yo pensaba, ostias a ver como justifico
esto........ Bueno algo se me ocurrirá.
Efectuado
el pago me metió todo en una discreta bolsa "rosa" y salí del local
hacia mi coche ante la mirada de una pareja extraña que se cruzaba en mi camino
sin hacer un gesto siquiera.
Unos
minutos, casi una hora en coche de vuelta y ya estaba aparcando en el exterior
del chalet de las Montoro.
Llamé
al timbre y me abrieron las dos.
-
Adonde fuiste - casi sonó al unísono.
--
A por "herramientas" de trabajo - contesté pero ahora el que sonreía
socarronamente era yo.
Quisiera
probar algo, sólo es una teoría pero si funciona podría ser un comienzo.
Ambas
se miraron y asintieron con la cabeza.
-
Y que debemos hacer - preguntaron y ahora ya con menos prepotencia.
Vayamos
a la habitación y os cuento el plan.
Una
vez en la habitación las separé en estancias distintas y a cada una le di
instrucciones precisas.
A
Adela la lleve a una habitación contigua a la de Adela. Y allí extraje el
contenido de la bolsa con el artilugio, ya que era ella la que más
"carga" y responsabilidad iba a llevar.
Malena
fue instada a ponerse sexy, luces apropiadas, música, que como no, volvía a
insistir el "Dance me to the end of love" y simplemente a esperar
acontecimientos con los ojos vendados con una cinta de seda en el borde
inferior de la enorme cama que presidía su estancia.
Adela
se sorprendió al ver el arnés que había comprado para ella. Era un arnés negro
de cuero y protecciones de terciopelo, que sujetaba una polla sintética negra
de dimensiones medias, no demasiado larga pero gruesa, moderadamente gruesa.
Todavía
no llegaba a comprender su papel en el experimento. Su cara dejaba entre ver
sus dudas sobre su papel.
Pero
yo fui claro al respecto, debía hacer el amor a Malena. Sin pronunciar palabra,
dejándome a mi actuar y guiar sus pasos y dejándose llevar por las sensaciones.
Como
habíamos convenido, Malena nos esperaba en sus aposentos con una bata de gasa
transparente, sentada al borde de su cama y los ojos vendados con una cinta de
seda roja de unos de sus albornoces.
Yo
me acerqué a ella con la camisa fuera de los pantalones y cogiendo sus manos y
poniéndolas en mi cintura le dije,
--
Malena, quiero que me la comas como nunca lo hayas hecho antes.
No
hubo mucho que insistir. Como un autómata programado asió mi cintura y sin
articular palabra se deshizo de mis pantalones que bajo magistralmente y
comenzó a chuparme la polla como una niña que prueba por primera vez un polo de
fresa.
Su
boca jugaba con mi polla, su lengua rodeaba el glande que era comprimido y
succionado. Todo sus jugos eran engullidos como sí no hubiese probado mejor
néctar que aquel suculento zumo de polla.
Yo
ya andaba justo, me faltaba poco para explotar pero el experimento no había
hecho más que comenzar.
Mire
hacia atrás donde estaba Adela esperando su turno y vi como sus manos
presionaban su entrepierna adornada por el arnés y la polla sintética que tenía
la peculiaridad de tener una mini polla hacia el lado interior del arnés. Y
Adela apretaba la polla sintética acompasando el placer que ya le estaba
emitiendo su hermana de sangre.
Fue
entonces cuando sujeté las muñecas de Malena con unas esposas que había
comprado en el mismo local y la eche hacia atrás, tumbandola y dejando su
particular sexo abierto para Adela a la que cedí el turno para que poseyera con
el arnés a su hermana.
Y
asi fue. Adela, siguiendo mis intrucciones y lubricando la,polla de goma poseyó
a Malena. Primero suavemente y a medida que la excitación subía en Malena con
más fuerza.
Pero
Malena no era imbécil y en seguida comprendió la suplantación y además allí
faltaba algo. Algo que me correspondía a mi. Porque Adela se excitaba por la
excitación de Malena, pero era una excitación psicológica, no era física y ahí
era donde fallaba el binomio. Adela necesitaba transmitir excitación física
suya propia a Malena y fue cuando ayudado por la excitación que me probocaba la
escena de las dos hermanas penetrandose y follandose como lobas en celo, fue
entonces cuando a través del orificio que permitía el arnés de Adela, la
penetre yo sin contemplaciones ni miramientos.
Cual
fue mi sorpresa al observar el sangrado que enrojecía mi polla cuando me di
cuenta que Adela virgen y que nunca había sido excitada por aquel canal.
Adela
se estremeció pero aún más Malena que incluso atada por las muñecas y cegada
por la cinta se medió incorporó al sentir en su vientre la entrada de mi polla
desgarrando sus entrañas.
Se
incorporó de tal manera que pasando su cara por el lateral de la cara de Adela
buscaba una boca que besar, una boca que calmara su dolor que empezaba a
convertirse en placer en un placer que no conocía en algo que no había sentido
nunca antes.
Su
boca y su lengua buscaban una boca y una lengua, y fui yo la boca y fue mi
lengua la que calmó su excitante dolor.
Malena
me comía vivo y me comía vivo en el oído de su hermana Adela que había adoptado
el papel de hombre y la follaba con frenesí.
Unos
envites más y la sincronía era tan perfecta que todo parecía arrancar en mi,
llenar a Adela, Adela golpear a Malena y Malena morderme y comerme como sí me
quisiera hacer daño. Un daño que no me hubiese importado que me arrancase la
lengua si con ello arrancaba a su vez los gemidos que por primera vez ahogaban
la puta melodía de "dance me to The end of love" que ya me empezaba a
tocar los cojones.
Y
así sucedió, yo empecé a eyacular como un toro en Adela y esta al mis chorros
calientes y mi polla palpitara bombear en su interior comenzó a contraer
su coño y a golpear a modo de estertores de muerte a su hermana Malena que ya
no me mordía la boca porque la extenuación la dejaba sin aliento y sin aire
cayendo sobre la cama con síntomas de la petite morte, como llaman los
franceses al desfallecimiento por el orgasmo intenso.
Mi
sudor se mezclaba con su saliva y el pelo negro intenso de Adela lo envolvía
todo.
Sólo
se oía el respirar agónico de los tres mientras tratábamos de deshacer aquel
nudo gordiano que habíamos entrelazado entre los tres.
Malena
recobrando el resuello y despojándose de la cinta que tapaba sus ojos, me
alcanzo por la nuca y sujetándome fuerte como sujetaría un hombre a su hembra
me dijo.
-
Te amo Enrique, como siempre te he amado. -
Y
yo sin decir nada pensé para mis adentros, - pero porque siempre tenemos que
confundir el culo con las temporas - Pero en cualquier caso........... otro
caso más resuelto.
FIN
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