3.
-¡Estoy deseando saber como
reaccionó tu marido!- exclamé con una mezcla de excitación y curiosidad
Me sorprendí mirando a Mari Luz a los ojos y vi en ellos
un brillo especial y diferente. Ella se reía muy coquetamente pero de sus
labios no salió ni un comentario más. En ese momento estuve seguro que
disfrutaba contándomelo a mí. Continuó la historia mientras descruzaba sus
piernas y para cambiarlas de posición.
-No creas Juan, al principio ni yo misma me creí lo
acababa de hacer. Rebobiné rápidamente y pensando en mi marido me acabé la copa
de un trago. Le pregunté al camarero ciertos detalles del encuentro con la
chica y despidiéndome de él, me dirigí a nuestra habitación para avisar a
Miguel. Estaba segura que él no iba a negarse, ya que lo conocía a la
perfección, pero me sentía nerviosa, no sabía muy bien como decírselo, y a la
vez extrañamente excitada- me explicaba Mari Luz
Realmente me sentía cada vez más sorprendido y más
cautivado por Mari Luz. Me acabé de un trago el poco whisky que quedaba en el
vaso, sin dejar de mirarla.
-Iba caminando por el pasillo buscando la manera de
decírselo. En cuanto abrí la puerta, te prometo Juan que, entonces se me
encendió la bombilla. Mi marido aun estaba dormido lo que facilitó mi plan. Me
quité las sandalias y me desvestí
quedándome tan solo con las bragas y el sujetador. Me acerqué hasta él muy despacio.
Él estaba boca arriba, ¡era la posición ideal!. Me arrodillé y sin hacer ruido
pasé mi mano por debajo del sábana en busca de su pene. Comencé a acariciarlo
muy suavemente. Al principio, él no dijo nada. Yo lo seguí acariciando. Pasé mi
mano por sus testículos despacio, muy despacio. Mis dedos intentaban separar
sus piernas para ir más allá y poder acariciar sus glúteos y su orificio anal.
Necesito beber un poco- dijo cortando el relato y dejándome con la miel en los
labios y una ligera erección.
Mari Luz agarró con suma naturalidad su copa de martini y
dio un pequeño sorbo. Mientras la dejaba en la mesa me miró con una mirada
intensa, tan profunda fue, que un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me sentía
raro, incómodo y a la vez excitado.
-
¡No estoy acostumbrada a hablar tanto y tan seguido!-
soltó riéndose mientras se acomodaba en el
suave sillón de terciopelo.
-
¿Dónde estaba?, ¿dónde me había quedado?- me preguntó
con una picardía que yo desconocía.
Carraspeé, no me podía imaginar que me tuviera en esa
situación. ¡qué le digo que le estaba tocando el culo!, ¡qué le estaba
masturbando!.
-¡Sí, mujer... estabas ya en la habitación intentando
despertar a tu marido!....
Ella soltó una sonora carcajada, se notaba que le gustaba
llevar las riendas. Sentí que me estaba probando y provocando. Se inclinó y con
mucha sensualidad, casi en un susurro me dijo:
-¡Así que no te atreves a decir que estaba acariciando el
pene de mi marido o que le estaba poniendo a tono!. Juan, sé que no nos
conocemos, pero, ¡ahora que habíamos cogido confianza!....¡Vamos no seas tan
mojigato conmigo, desmelénate!.
Realmente esta mujer me estaba sorprendiendo.
-
Simplemente como estamos en un sitio público, no quería
parecer grosero- contesté para intentar salir airoso y no parecer un salido.
-¡Camarero, por favor!- exclamó Mari Luz cuando pasaba
por ahí- Tráiganos otra copa. Dos whiskys con hielo.
-
Mi marido tiene un sueño muy pesado y le cuesta mucho
despertarse, pero una con los años, una aprende como hacerlo más rápidamente-
explicó dispuesta a retomar la increíble historia- Yo seguí acariciando y mi
marido comenzaba a removerse en la cama pero no llegaba a despertarse. En
aquellos momentos Juan, un par de golpecitos se oyeron en la puerta. Mi marido
seguía dormido. Me levanté rápidamente y me puse una bata que tenía encima de
la silla. Abrí la puerta y allí estaba ella, impecable como la había visto en
el hall del hotel-
-
Mi nombre es Mandy- se presentó hablando un inglés muy
fluido
-
Me quedé sorprendida, al escuchar como se manejaba con
una lengua que no era la suya, ¡si para todo la maneja igual, la cita será todo
un existo!- pensé mientras le estrechaba la mano
-
En aquellos momentos, Juan, desee haberle sacado más
partido a mis clases de Inglés. Con un poco de dificultad le expliqué lo que
quería y cuando ella consiguió entenderme cerramos el precio.
-
Entró en la habitación y mientras cerraba la puerta, la
observaba. Su naturalidad me dejó sorprendida. Se desvestía muy sensualmente y
de vez en cuando me miraba de reojo, sabia que yo la observaba. Se dejó los
zapatos de tacón y un minúsculo tanga gránate. En aquellos momentos Juan, pensé
que me había vuelto loca, una extraña entre nosotros, pero también, te voy a
ser sincera, me excitaba la idea de compartir mi marido con esa exótica mujer.
Así que, respiré profundamente y sin pensarlo dos veces me quité la bata
dejándola caer al suelo y me acerqué a la cama. Mientras acariciaba el pene de
mi marido, le hice un gesto a la chica para que se acercara y ella me imitó. Mi
marido comenzó a removerse, ese era el momento. Estiré la sábana blanca que
cubría su cuerpo y empecé a dar lametazos por las ingles. Mandy mi imitó pero
enseguida cojo las riendas y agarró con maestría el pene de mi marido.
En el momento más inoportuno, llegó el camarero con los
whiskys. Lo dejó encima de la mesa. Me sentía excitado, no quería moverme,
tenía miedo que Mari Luz viera mi excitación.
-¡Parece que el ambiente se está caldeando, Juan!- me dijo mientras sorbía con sensualidad.-
Creo que estos whiskys solos van darnos más calor. ¿Estas bien Juan?
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