Capítulo 1.
No había gran oscuridad a pesar de la
hora que marcaba el reloj, las 23.00. El cielo estaba vestido de pequeñas y
hermosas estrellas, cuyos brillos hacían fascinante la noche.
Su luz enmarcaba la magia de aquel
minúsculo instante. Llena, glamurosa, perfecta. Su palidez contrastaba con su
gran belleza...
Y allí estaba él, apoyando sus brazos
desnudos en el marco de la ventana. Embrujado por la bella visión que llenaba
sus retinas... Embelesado mirándola, no sintió aquel sofocante calor que
antes no le dejó dormir.
Parpadeo y se estregó los ojos, creía
haber visto en ella un guiño.Tan solo pensó que el calor y el sueño, le hacían
delirar...Atónito, con la boca abierta, observaba como de la luna emergía una
mujer. Se acercaba. Su melena gris y ondulada caía acariciando el final de su
espalda, pero un rebelde mechón se coló por delante rozando el pecho de su lado
izquierdo. Sus encantos eran visibles, nada cubría su esbelto y perfecto
cuerpo.
Aunque sea un sueño, soñaré, ¡es tan
preciosa!, Irradia tan sensualidad a cada paso que da, que merece la pena,
aunque sea solo contemplarla - pensó Mario.
Ella, se iba acercando más y más, en
un instante desapareció... Pero una mano gélida en su hombro, le hizo
volverse asustado.Ella colocó su dedo en los labios de Mario, en señal de
silencio.Él la miró a los ojos, grises con un toque azulado, eran intensos, su
mirada lo hechizo. Ella le cogió la mano, llevándolo a la cama que había allí
en la habitación. No dijo nada y con un toque suave pero enérgico lo tumbo en ella.
Mario, no podía articular palabra, su
aura lo tenia cautivado.Ella se arrodilló en el suelo agarrando sus piernas,
trayéndolas hacia ella, el no puso resistencia. Sensualmente le fue bajando los
finos pantalones de lino que cubría sus piernas, los deslizó hasta sus
pies, quitando los totalmente. El tacto de sus manos en sus muslos era frío,
pero transmitía calor, un calor que encendía la sangre. Sintió como sus manos
cogían su miembro jugaba con él con una gran destreza. Disfrutaba
enormemente de las sublimes sensaciones que recorrían su cuerpo. Mario se
levantó para besar a aquella bella mujer. Ella lo rechazó y lo volvió a empujar
a la cama.
Todo pasó rápidamente. Ella se había
sentado a horcajadas encima de él, se inclinó y puso una mano en su cuerpo
desnudo. Sus pechos eran perfectos, turgentes, grandes. Sus pezones estaban
duros, rosados en contraste con la blanca palidez de su piel. La mente de Mario
grabó aquella imagen, un aro cruzando su pezón derecho y sus grandes
pechos moviéndose al ritmo frenético que ella había alcanzado. Una imagen para
recordar... pensó él.
Al instante, ella se levantó y
sigilosamente se acercó al oído de Mario y con voz sensual, le
susurró: - llámame cuando veas luna llena, tu gran admiración por mí, me hizo
convertirme en mujer, Selene para ti...
Se dio la vuelta, sus pies descalzos y
sus movimientos gráciles y sensuales fueron la última imagen que Mario tuvo de
ella, se desvaneció al cruzar el marco de la ventana.
No sabia como pasó, pero si que fue
real, ya que una gota de semen resbalaba por su pene... Extasiado ante lo
vivido, cerró los ojos para recordar, pero el sueño le venció.
.....
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