Capítulo 5.
Debíamos
comer algo. Tenia algo de pan de más de un día, ya no recordaba cuantos días
tenía, pero estaba seco como una estaca de madera. Leche tenía, la población
era muy ganadera y siempre había alguien que tenia sobrante de leche y se podía
conseguir a buen precio.
Calenté
algo de leche en el hornillo eléctrico, mientras partía el pan en rebanadas,
rebanadas que se astillaban al contacto del desdentado cuchillo.
Mientras
hacia esto sólo el ruido del pan resquebrajado sonaba en la diminuta cocina. No
quería ni mirar hacia atrás, sentía su mirada en mi nuca, fría, silenciosa,
impasible. La verdad es que mis sentimientos pasaban de la compasión al miedo,
del miedo al odio y del odio al........... amor?
No,
no tenía sentido aquel sentimiento. Era una sensación extraña, quizás
atribuible a la asuncia de una presencia femenina durante tanto tiempo,
pero................. debajo de aquella mirada........... que había tras su intensa
mirada? ................. confundía yo aquella percepción...........seguro,.. ..................
pero..............
La
leche comenzaba a hervir, la retiré del fuego, rápidamente una gruesa capa de
nata solidificaba en la superficie, la aparté y la puse sobre una rebanada de
pan, la que mejor me había salido, la única que estaba entera.
Saqué
lo que era el sustituto del café, una especie de achicoria realizada con unas
hojas secas y tostadas de una planta local que yo nunca había probado antes, pero
que después de tostada y bien picada no estaba mala, aunque distaba mucho del
sabor a café que ya casi ni recordaba.
Preparé
en la mesa las dos tazas de desayuno y el pan, el suyo con nata que buena falta
le hacia a la huesuda deslenguada.
Salí
un momento de la cocina y cogí la beretta del garaje y me la situé en el cinturón,
a la espalda y cubierta por la camisa, volviendo a la cocina.
-
No se como te llamas - le dije -, así que como te llames, te voy a soltar,
vamos a desayunar algo, sin movimientos bruscos............. no quiero
problemas.........
Ahh..... y no tengo azúcar.......... pero leche si puedo darte mas, vale......
Ahh..... y no tengo azúcar.......... pero leche si puedo darte mas, vale......
Me
acerqué despacito e inclinándome sobre su cara alcancé sus manos por detrás de
la silla soltando el alambre que amarraba la cadena que sujetaba sus manos. Mi
cara estaba muy cerca
de
la suya y era difícil evitar su mirada así que la miré. Dios que ojos, cálidos,
profundos marrones claros, pero ni un puto parpadeo, era una mirada que dolía,
que hacia daño...... una mirada ....... que
provocaba abofetear su osadía o besarla con despecho.........
ni una cosa ni otra hice, me limité a soltarla y observar su reacción.
Me
retiré y me senté en mi lado de la mesa, enfrentado a ella, cogí mi taza de
"café" y comencé a desayunar, despacito, casi disfrutando de su
compañía pero expectante, alerta se
podría
decir.
Y
ella se acercó, primero frotó sus muñecas con sus manos como quitando el frío
de la cadena levantó su silla y arrastrándola se acercó a la mesa. Sólo en el
momento de palpar sus muñecas apartó la vista por un segundo, segundo que me permitió
respirar aliviado y por un segundo perder mi mirada en aquel liquido oscuro que
yo llamaba irónicamente café.
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