27 junio 2013

El Psiquiatra - Cap. 16 y 17





Cap. 16.

Tras el desahogo y la posterior limpieza que me hice tratando de meter el menor ruido posible, Morfeo ayudado por el cansancio y la tensión acumulada me llevó a su terreno quedando profundamente dormido.
Con las primeras luces de la mañana y el trinar de los pájaros, comencé a abrir los ojos y a estirarme en aquella gran cama.
Casi no me da tiempo a recuperar la consciencia cuando sueno en la puerta un:
-- toc toc toc.......... en media hora desayunamos dormilón. - sonó jocosa al otro lado de la puerta la voz de Malena -

- si si, en media hora bajo - respondí con afónica voz de recién levantado de la cama. -
Me levanté apresurado del lecho y me fui a la ducha para ponerme en condiciones aptas para el desayuno.

Duchar, arreglar la barba y buscar algo "casual" para el desayuno. Abrí la maleta que no había organizado todavía y saque una camisa azulona de rayas anchas, un pantalón de loneta de color blanco y zapatos mocasines de ante azul. No acertaba a encontrar los jodidos calcetines azules y me decante por bajar sin calcetines antes que ponerme unos negros que eran los únicos que aparecían en aquella amalgama de ropa revuelta por las prisas.
Abrí la puerta con llave y antes de salir miré a ambos lados para evitar situaciones comprometidas con cualquiera de las hermanas visto el "panorama" de la noche anterior.

Pero no había nadie por la escalera, sin embargo en la planta de abajo se oían voces y algo de música suave.

Bajé despacito por la escalera tratando de no meter mucho ruido y acercándome al salón de donde venia el sonido.

-- Hola Enrique buenos días - me sorprendió Adela por detrás que salía de la cocina.
- Hola buenos días Adela, que tal va todo - le dije en alusión a la situación del día anterior -
-- Muy bien, he dormido fenomenal - respondió Adela sin dar importancia a mi alusión al incidente - pero ahora a desayunar que el día será largo. - sentencio -
- Si claro, tú primero por favor - indicando con mi mano el camino hacia el salón.

Ella pasó delante y entonces volví a sorprenderme con la forma de vestir de Adela y un segundo mas tarde con Malena también.
Ambas llevaban aun la ropa de cama, la sensual y sexy ropa de cama, iguales las dos. Una bata semitransparente que ocultaba un camisón cortito a la cintura y unos pantaloncitos cortísimos que mostraban unos muslos perfectos. Las dos con el pelo en cola de caballo recién peinado, negro y brillante azabache.
Y según pasaba me dijo, - por cierto Enrique, soy Malena, Adela es la que está sentada -
-- Oh si claro perdona Malena, es que sois tan parecidas que por un momento ......
- No te preocupes les pasa a muchos - me cortó la disculpa sacándome del apuro.

Saludé a Adela, ahora si, tratando de no desconcertarme demasiado por la confusión. Y tomé asiento flanqueado nuevamente por las Montoro al pie de una mesa ya completamente servida de café, leche, tostadas y mermelada.
Desayunamos entonces - dijo Adela rompiendo el hielo -
Comenzamos a servirnos y a mantener una conversación amable y cordial sobre los días luminosos y como añoraban las mañanas luminosas y despejadas de su Venezuela natal.
La conversación transcurría fluida y agradable hablando de lo bonita que era Venezuela y de como echaban de menos su clima, hasta que Malena me interpeló de manera sorpresiva por mi ponencia de la semana entrante. Aquello me pilló por sorpresa y tuve que hacer varios giros argumentales para terminar no diciendo nada claro tratando de aparentar que no me había pillado en un "blanco total".
Salí del apuro como pude.........
Adela se levantó acabando el desayuno y dijo:
- Yo me voy a fumar un cigarrito a la cocina que es el que más disfruto del día, me disculpáis.
Y salio del salón dejándome solo otra vez a merced de la "dulce hermanita".
Le falto tiempo para acercarse a mi oído y susurrarme:
- No soy tonta, sabes?. Tu Enrique eres abogado como yo soy astronauta, así que ya basta de actuaciones conmigo!!! Vale!!!
-- (perplejo) ¿Poorque dices eso? (tartamudee)
- Ven conmigo - y cogiéndome de la mano me levanto de la mesa y me guió hacia la cocina en silencio e indicándome que no metiera ruido con un dedo sobre mis labios.
Allí estaba Adela, delante de una encimera de cocina de granito a la altura del fregadero, mirando por una ventana medio abierto. Su mano izquierda reposaba sobre su brazo derecho y este sujetaba un cigarrillo rubio humeante al final de su mano.
Malena nos situó detrás, sin entrar en la estancia y a una distancia suficiente para verla pero no ser sentida nuestra presencia.

Malena cogió la mano por la que me había arrastrado hasta allí y la llevo a su cuello, despacio, suave, posándola sobre el y acariciándolo. Guiaba mi mano por su estirado cuello hacia su pecho. No sabia que hacer ni que decir, ya habíamos tenido suficiente el día anterior....... pero me atraía, me seducía la idea de follármela, me excitaba su sola presencia y el olor de su piel.

Mi mano guiada por su mano alcanzaba su ondulado pecho, como un dios que acariciase las doradas dunas del desierto, ella hacia jugar mi mano por su pecho mientras ella, inerte, impasible, miraba a su hermana aun de espaldas.
- Mira a mi hermana mientras pellizcas mis pezones - me dijo en una susurrante voz baja.
Yo ya había entrado en el modo automático de excitación y aquello era difícil de parar. Me situé despacio a su espalda y alcé mí otra mano para obedecer sus órdenes como un buen soldado. Mis dos manos acariciaban por fuera del camisón sus tersas curvas buscando la prominencia de los botones del placer, mis labios rozaban su cuello mientras miraba por encima de su hombro a Adela y ............
Joderrrrr...... Adela estaba apoyada con sus dos manos sobre la encimera, su cabeza inclinada hacia abajo y el cigarro se consumía entre sus dedos.


Pellizqué suavemente los pezones de Malena como me había "ordenado" y.... ¡diosss!... Adela se estremeció, exhaló aire con furia y batió su cabeza hacia atrás espasmódicamente dejando caer su pelo sobre su espalda.................



17.

La situación desde luego era un tanto desconcertante, jamás en mi vida había visto un caso así, ¡aunque viniendo de gemelas, no era de extrañar!. Entre ellas siempre había una conexión especial, siempre se había dicho que cuando una sentía algo, la otra también aunque estuviera a miles de kilómetros.
Mi excitación aparte de ser evidente me dejaba con la razón y la mente ofuscada para poder fijarme bien en todo lo que pasaba. Me debatía entre lo que debía hacer y lo que en aquellos momentos me apetecía. Miles de justificaciones pululaban por mi mente para poder continuar y saciar mi apetito sexual. Encontrada la excusa más adecuada, tanto para mí, como para justificarme ante Adela, me dejé llevar por la situación.

Malena tan solo permanecía quieta, impasible pero relajada y a la vez algo divertida. La observaba de reojo y su cara y su cuerpo no estaban tensos, pero ella se dejaba hacer.

“¿Por qué?- me preguntaba yo para mis adentros”

Continué con mi “experimento” y seguí acariciando su cuerpo. Ascendí mis manos por sus pechos hasta justo el borde donde comenzaba el camisón. Me detuve jugando con el borde y pasé mis dedos por debajo de la bata hasta toparme con el fino tirante del camisón. Suavemente los deslicé por dentro de la suave tela semitransparente que cubría sus pechos. Hambriento de mujer, los abarqué con mis manos, eran perfectos, perfectos para mis manos, cubrían perfectamente sus grandes y turgentes pechos. Notaba sus pezones en la palma de mi mano, semiduros pidiéndome más y yo les di más.
Dejé mis dedos en el aire y levantando un poco mi mano, lo justo para notar debajo de la palma aquellos deliciosos pezones, comencé a frotar aquella delicia, aquel botón del placer. Mis movimientos circulares sobre ellos hacían su efecto, físicamente en los pezones de Malena que comenzaban a ponerse duros y en Adela el efecto era sorprendente, estaba excitaba como nunca había visto. 


Saqué una mano y lleve dos de mis dedos a la boca de Malena. Acaricié sus carnosos labios y cuando noté que poco a poco se despegaban los introduje con urgencia y recorrí sus dientes y los moje con su lengua. Los saqué rápidamente y volví a introducir los dedos mojados de su saliva dentro de su camisón. Húmedos mis dedos acariciaron el pezón, noté como se erizaba el vello de la piel de Malena, pero ni rastro de excitación. Mis dedos aun húmedos se toparon con los dedos de la otra mano y ambos jugaron con un solo pezón estimulándolo insistentemente pero a la vez con suavidad. Mientras lo pellizcaba, acerqué mi boca a su oreja y mi lengua controlando mi ansia recorrió lentamente el lóbulo.

Malena para mi sorpresa seguía impasible. La situación le resultaba graciosa, ya que de vez en cuando soltaba alguna risita observando a su querida hermana.

Levanté la vista para observar a Adela, en aquellos momentos aunque sabía el problema de las gemelas, mi mente solo pensaba en poseer a aquella mujer que estaba tan excitada, su estado me había enloquecido. Y me pene solo quería estar dentro de ella.

Malena apartó mis manos de sus pechos y se giró lentamente hacía mí.
- ¿Qué te parece querido Enrique?. Estoy segura que estos momentos te mueres por follartela... pero no te olvides que si lo que realmente quieres es que ella disfrute a la que tendrás que follar será a mí... ¿estás preparado...?- dijo ella pícaramente mientras ponía su mano en el bulto que sobresalía en el pantalón.
- ¿Pero... entonces .. tu.. cuando...?- tartamudeé

Malena puso un dedo en mi boca y tan solo me dijo:

-¡Cállate y fóllame!

Aunque estaba excitado, me sentía realmente perdido y la verdad es que en una situación así no sabía como actuar... Malena adivinando mis pensamientos, desabrochó mi pantalón y bajó mis boxers dejando al aire mi excitado miembro. Se bajó los pantalones de su pijama y se acercó a mí. Inmediatamente reaccioné y agarrando una de sus piernas la subí a mi polla erecta y poco a poco la introduje dentro de ella. Cuando me sentí dentro de su cavidad, la apoyé contra la pared y ella a la vez rodeo mi espalda con sus piernas. En aquellos momentos no me importaba ni Adela, ni Malena, tan solo me deseaba saciar mi deseo. Con un instinto animal y por puro desahogo empujé una y otra vez hasta llegar a un intenso orgasmo, eyaculando dentro de aquella cavidad caliente y húmeda.



20 junio 2013

El Psiquiatra - Cap. 14 y 15


Imagen: Helmut-Newton



Cap. 14

De buena gana me hubiera gustado “hablar los tres” y más porque mi pene estaba a punto de estallar, pero políticamente no era correcto, así que sin demostrar mucho interés agarré suavemente pero con firmeza la mano de Malena y la retiré de mi pene.

Intentando suavizar la tensión que se había creado en el ambiente dirigí mi mirada a Adela y le pregunté:

- Y para mañana has pensado algo, ¿con qué me vas o vais a sorprender?

Adela bajó la mirada recordando sus planes para la mañana y recordando lo pasado con su hermana temía dejar a solas a Enrique con Malena, aunque en principio ese era su plan inicial, ahora dudaba que fuera lo ideal.

- Enrique, tendrás que perdonarme, pero mañana por la mañana he quedado con Abel tengo que ayudarle con unos papeles del despacho.

Malena nos miraba divertida, no solo por la situación que se había creado sino también por el efecto del porro que se estaba fumando. Eso le soltó más su lengua y atrevida dijo:
- Ah, sí hermanita, tu querido Abel ¿Y no le vas a decir a Enrique quién es Abel?... ¿acaso pensabas follar con Enrique y ponerle los cuernos a tu queridísimo y perfectísimo novio?
Adela por un instante se ruborizó pensando en la bochornosa situación que le estaba poniendo su querida hermana. Se armó de valor y envalentonándose, contestó:

- ¡Te estas descubriendo tu solita, me lo has puesto en bandeja! ¿Te crees que no me había enterado que te habías hecho pasar varias veces por mí para tirarte a mi novio?

- ¡No es para tanto... solo quería saber si era digno de ti o era un golfo!, ¡qué poco agradeces mi ayuda! Pero sí, hermanita, tu Abel es tan soso como tú..., lo que no entiendo es como supo que era yo... supongo que es por que tú no eres tan fogosa como yo... Tan solo me acerqué a darle un beso y eso le bastó... ¡ te voy a tener que enseñar a besar hermanita! Y seguro que también ha algo más... ¿le has chupado ya la polla?... ¿ te ha comido...

Una sonora bofetada se oyó y tras eso nada, el más puro silencio.

Adela nunca se había enfrentado a su hermana pero esta conversación la estaba sacando de quicio. Había aguantado mucho y no estaba dispuesta a que ahora aireara sus intimidades y menos que la pusiera en ridículo delante de Enrique. Suspiró mientras observaba como su hermana se tocaba la cara donde había recibido la bofetada que ella le había propinado. Las cosas se le habían ido de la mano, no esperaba que la velada acabara así. Estaba realmente asustada tanto por el cauce por el que se estaban desviando los hechos como por las reacciones que estaba sintiendo cada vez que estaba cerca de Enrique... cuando estaba cerca de él, era como si otra mujer actuara por ella. Sentía un gran cosquilleo recorriendo su columna vertebral hacía cosas que nunca había hecho con Abel, ¡Había algo en él que le llamaba, pero estaba casado y ella comprometida! Sentía una gran confusión en su mente con todos los acontecimientos que se estaban desarrollando.

¡Qué sería lo próximo en suceder! – pensó Adela. Estaba convencida de que esa bochornosa situación no iba a quedar así, ella por su parte lo daba por zanjado, pero sabía que Malena no, ella era... ¡Era impredecible!
Mientras pensaba eso vio como las aletas de la nariz de Malena comenzaba a hincharse, sabía que eso no iba a acabar bien, así que improvisó una palabras de despedida, no quería discutir delante de Enrique.

- ¡Será mejor que lo dejemos aquí, Malena! Es tarde lo mejor sería que nos fuéramos a dor....

Adela no pudo acabar la frase, Malena se había abalanzado encima de ella y tirándole de los pelos la tiró al suelo.
Ambas rodaban por la alfombra como fieras enloquecidas y sin domar, los gritos, los quejidos y los insultos recorrían todo el pasillo.

Al principio Enrique miró divertido la escena pero supo enseguida que debía actuar... pero también intuía que no debía ser fácil separarlas.
Si no lo intentaba no lo sabría.

15.

Como buen caballero que soy las fui a separar. No fue fácil. Adela tenía cogida a Malena del pelo y no había manera de despegarla, y Malena había enganchado a su hermana por la cintura con los brazos. Las dos no dejaban de patalear como gatas furiosas revolcándose en el suelo y aunque sabía que peligraba mi integridad física al interponerme me arriesgué y lo conseguí.
Ambas estabas sofocadas, con los pelos revueltos, los vestidos mal puestos, el maquillaje corrido y a Malena se le había bajado un tirante dejando al descubierto uno de sus pechos, cosa que no parecía importarle­.
- ¡Tápate descarada! – gritó Adela y de un portazo salió de la habitación.

- Que descanses Enrique – dijo Malena, subiéndose el tirante con una sensualidad y una mirada que incitaban al pecado, abrió la puerta y se marchó.

Uffff, por fin había terminado todo. Desde luego en el despacho no veía escenas como aquella. 

Me tiré en la cama mirando al techo con la ropa puesta y desabroché la cremallera del pantalón junto con el botón… ¡diosss que alivio!... estaba deseando liberar mi miembro y dejar que se bajase aquella enorme erección.

Hice un balance sobre todo lo sucedido hasta el momento y fue cuando recordé la nota que Malena había puesto en mi pantalón, horas antes, en la que me decía:

”No cierres la puerta de tu habitación esta noche, me gustaría hablar contigo cuando Adela duerma” … se me había olvidado por completo. Di un salto de la cama, me dirigí a la puerta y me quedé delante de ella pensando que hacer…

La tentación era muy grande, en todos los sentidos, encontrarme con Malena podría ayudarme a concretar mi diagnóstico para encontrar el tratamiento más adecuado… pero también estaba el tema del sexo. Dudaba sobre las intenciones de Malena y de que solo quisiera verme para hablar, se suponía que ella no tenía ni idea de quién era yo realmente, entonces, que sentido tenía que quisiera hablar conmigo. Eran demasiadas incógnitas después de un día tan largo cargado de emociones, además estaba Adela y sabía que no aprobaría que me viese a solas en mi habitación con su hermana, posiblemente porque hubiésemos terminado follando… así que decidí echar el cerrojo y volver a la cama a tratar de dormir.

Tras dar unas cuantas vueltas intentando acoplarme al colchón oí un pequeño ruido en el pasillo. Me quedé quieto. Unas pisadas se dirigían hasta pararse en mi habitación y, gracias a la luz que entraba por la ventana, pude ver como el picaporte de la puerta giraba–esa debe ser Malena– pensé. Como era de esperar la puerta no se abrió y las pisadas tornaron su camino por el pasillo. No sé si me sentí liberado o si había cometido una de las mayores estupideces de mi vida pero ya estaba hecho. Sin embargo, para mi sorpresa, aquel momento de tensión había despertado al“organismo” que andaba liberado entre las sábanas y que entre mis piernas pedía a gritos que le hicieran caso. ¡Joderrrr! Ya estamos otra vez.
Así era imposible dormir. No me quedaba más remedio que hacer algo, sabía que si conseguía “descargarme” tendría la cabeza más despejada al día siguiente y físicamente me sentiría más “ligero”.

Fue mi mano derecha la que decidió poner remedio por mí y cuando me quise dar cuenta ya reposaba a sus anchas sobre mi pene. Pequeñas caricias y “paseillos” levantaban aún más la dureza de la que tanto me había quejado, acudí a mi mente para ayudarme en mi “faena” y recordé a las chicas revolcándose por el suelo, despeinadas, con los vestidos subidos y, por supuesto, el pecho desnudo de Malena… uffff… eso sí que me ayudó. Tenía tan reciente la escena y todo lo sucedido durante la cena que casi podía sentirlas al lado mío: Malena con su mano en mi verga y Adela dándome de“mamar” de sus pechos. Volvíamos a ser tres en mi cabeza pero solo uno en la cama.

Mis manos aumentaron el ritmo, iba de arriba abajo subiendo mi excitación en busca del momento perfecto para explotar. Un escalofrío me recorrió y pequeños espasmos en mi vientre me anunciaron la inminente llegada. La cogí con las dos manos con desesperación, tiré de ella hacia mi y la masturbé con dureza, fuerte y enérgicamente, un segundo más y…… yaaaaaaaaaa.



13 junio 2013

El Psiquiatra - Cap. 10-13



Cap. 10-13
Cogí aquel trozo de papel de mi bolsillo. Mi propia mano en el bolsillo me hizo sentir un escalofrío similar al que Malene me produjo al introducir la suya, erizando el vello de mi cuerpo.

Era un papelito, un post-it rosado y doblado en dos pliegues.

Lo desplegué. - No cierres la puerta de tu habitación esta noche, me gustaría hablar contigo cuando Adela duerma. - decía.

Un sofocón me subió desde el estomago como un tsunami barriendo y elevando la temperatura de cada poro de mi cuerpo.  - Jooooder.... 

Ahora si que necesitaba ese agua fresca y abundante que salía de aquel grifo. Un agua que salía como de los grifos viejos, con forma de "agua" y no como en los modernos como una perfecta columna de agua que no parece agua.

Solté los puños de mi camisa para no mojarlos con aquél agua desordenada y fria de la sierra madrileña que salía a borbotones.
Llevaba una camisa blanca de cuello abierto de corbata, pero sin corbata y un traje de lino marrón oscuro cuya chaqueta había dejado en la habitación.

Me aclaré la cara con abundante agua bajando la temperatura "exterior", porque la interior.......... bullía, con las letras de Malena. Letras redondas, bien formadas, escritas despacio y por el trazo, diría que a pluma. Letras inclinadas ligeramente hacia atras, letras reposadas y extrañamente serenas. Mi trabajo me hacía fijarme en esas cosas.

Al final, aun poniendo cuidado, me mojé algo la camisa y recordé la primera imagen de Adela en mi consulta. Una impactante imagen de una preciosa morena "mojada" en el marco de mi puerta. Sonreía para mí mientras veía mi imagen en el espejo.

En que lio te estas metiendo "quique"  (como me llamaban mis amigos) -pensé- .

El espejo me devolvía la imagen de aquél hombre al que conocía desde hace cuarenta y seis años, alto, delgado y entrecano. Seguro de si mismo y responsable.............. por lo menos hasta ahora.......... que no hacía mas que generar hipótesis sobre aquella situación, hipótesis entre lo profesional y lo personal, pero..........  no le des mas vueltas - me dije - ya iremos viendo....  Y salí del aseo mientras organizaba mi camisa un poco desaliñada y demasiado salida por encima del pantalón.

Al cruzar el umbral de la puerta del aseo que daba al hall de la entrada, sentí la música. Y digo sentí, percusión violonchelo y piano,  que sonaba ligeramente alta. Venía del salón y era una melodía conocida.

Me acerqué a la entrada al salón tratando de identificar los acordes,............ sonaba aaaaa...... si, música de Cohen, Leonard Cohen, pero en boca de mujer. "Dance to the end of love", si esa era pero no sonaba igual, sonaba mas musical menos cascada por la áspera voz de Cohen.......

Atravesé el hall y desde la puerta del salón ví a Malena. Estaba de espaldas a mi, junto a una mesita o mueble donde estaba el teléfono, que ya había colgado, y una cadena de sonido. El aparato era moderno. Un ipod enchufado a un amplificador de esos de los de antes, negros, metálicos y con agujas indicadoras de nivel que se movían al compás de los graves. Altavoces disimulados por toda la estancia, de los de caja de madera noble, donde el piano suena a piano y la percusión y la cuerda te hacen vibrar el estomago.

Como intuyendo mi presencia Malena bajó el volumen de la música permitiéndome hablar:

- Dance me to the end of love - dije -

Ella se giró de inmediato, un giro rápido, un giro que hizo que su pelo volara acariciando el aire, un giro estudiadamente "ejecutado".

- Si, pero versionada por Madeleine Pey Roux - añadió - ¿Te gusta la música Henry?
Un "Henry" que sonaba a sofisticado intento de familiarización.

- Si, mucho y además así versionada suena de maravilla.

- ¿Y bailar?, - añadió - al tiempo que subía el volumen de nuevo e iniciaba un camino decidido hacia mi.

- Bueno yo noooo  precisamente nooo soy .......

Daba igual, ella cruzaba los diez pasos que nos separaban con paso firme, una pierna tras la otra en perfecta línea recta cual modelo de pasarela.

Socorrooooo, pensaba, al tiempo que mis ojos buscaban desesperadamente a Adela como tabla de salvación de la comprometida situación, ........ pero no, no estaba allí.

Decidida cogió mis manos cuyos puños de camisa aun no habían sido abrochados. Llevó directamente una a su cadera que estaba diseñada para el reposo, para la caricia de una mano de hombre y la otra envuelta por su mano recogida y cercana a su pecho. Su pierna invadió mi entrepierna obligándome al movimiento y saliendo del trance al baile al cual me abandoné simplemente acompasando sus movimientos y dejándome llevar.

Mi cuerpo rozaba, sentía y se erizaba al contacto de su cuerpo, mientras mi mente, mi imaginación, era Adela a quien deseaba tener allí, tan cerca, tan apasionada música compartiendo y más al fondo de mi cabeza y con una voz en off, un angelito tocando lo "coj..." y recordándome que estaba casado, que estaba trabajando y que....... pues eso.......... que quizás............. mucho tomate "pa" pocos "güevos".........

Pero la carne, la imaginación y la testosterona, nos juegan malas pasadas y esta vez me arrolló, disfruté, disfruté como nunca. Mi cabeza recordaba los "bailes" que me echaba yo sólo en la consulta al ritmo de parecidas melodías. Bailar, un deseo oculto y tantas veces reprimido por vergüenza, por falta de oportunidad, por yo que sé qué, pero Malena me hacia vibrar, excitarme y disfrutar. Malena alternaba su cabeza en suaves vaivenes, reposaba en mi pecho y al poco me hacía girar aireando su melena que filtraba el aire y lo impregnaba de su olor. Un perfume exquisito de matices dulzonamente florales, pero con fuerza y estilo. Su respiración era exhalada contra mi pecho, caliente, profunda y acentuada cada vez que mi brazo estrechaba su cintura y la controlaba firme, sin reparos ni vergüenza. Sentía como la presión ejercida por mi brazo y mi  mano en su espalda, le aportaba una agradable sensación de protección correspondiendo como una gatita ronroneante.

Fue un delicioso momento que parecía no acabar. 

Girábamos y girábamos con lentos y cercanos movimientos sobre su cabeza mi vista giraba y recorría la estancia pasando por la entrada donde............. estaaaaaaba Adela.

Su mirada clavada en nosotros, con cara de "hermana, eres imposible" y ...............     

Yo me detuve mirando atontado a Adela, mantuvimos nuestras miradas unos segundos lo suficiente para decirnos de todo sin hablar.

- ¡¡ay... hermanita no seas boba... solo es un baile!! ¿Acaso no puedo entretener a tu invitado en tu ausencia?- dijo Malena con voz inocente pero cargada de veneno al ver como se cruzaron las miradas de su hermana y Enrique.

No estaba dispuesta a ceder esta vez, había dado el primer paso y seguiría con su plan, costase lo que costase. Enrique le gustaba y sería suyo al precio que fuese, aunque para eso tuviese que emplear las armas de siempre. Malena apartó esos pensamientos guardándolos para la noche ¡¡tenía un plan!! Y seguro que no iba a fallar.

La música seguía sonando y todos nos quedamos paralizados ante la incomoda situación. Adela rompió el hielo que nos había envuelto.

- La cena está preparada, será mejor que te sientes Enrique, Malena y yo traeremos la cena.

Perdí de vista a las gemelas tras una puerta que estaba dentro del salón. Agradecí un poco de descanso, me sentía el trofeo de ambas o mejor dicho el postre de Malena. Entiendo por que la mayoría de mis colegas se negaban a ir a casa de sus posibles pacientes y más si son mujeres. Ahora que conozco a Malena, puedo entender ese comentario que me hizo Adela en la consulta.

“Mi hermana tuvo una mala, muy mala experiencia con un colega suyo, bueno por decirlo de alguna manera...”

Lo que tenía claro que está noche tenía que guardar distancias y tal vez deba cerrar la puerta. La paciente es Malena y le debo un respeto... pero lo de Adela... ¡¡¡ uffff.. es que tiene un polvazo!!!

 En la cocina Adela reprendió a Malena, no solo por que lo que realmente quería era ayudarla y sabía lo que era capaz de hacer... por eso llamó al Dr. Ventura, sino también porque tenía muchas cosas que averiguar aun, a pesar de todo lo que sentía por él, cosa que antes de empezar con todo, no había tenido en cuenta. Había contado con múltiples contratiempos, pero no con este, con esa atracción tan fuerte que sentía por él.

- Malena ¡¡por favor, deja de jugar con mis amigos!!

- ¡¡Estas celosa!!- contestó Malena divertida.

- ¿celosaaaaa... yoooo???.... vamos, ¡¡¡no digas tonterías!!. A mi Enrique no me gusta- intentó aclarar con poco convencimiento.

- ¡¡¡Vamos hermanita,  seguro que mojas el tanga cada vez que lo miras... ¿Crees que no me he dado cuenta como lo miras?... jajajaajjaajajaaaa

- Lo que no me parece bien es que te les eches encima como una cualquiera-

- Ya llegó de nuevo la mojigata.... ¡¡¡entérate hermanita, lo que hombres quieren eso... mujeres atrevidas, ardientes...!!!

- ¡¡Ya por eso siempre te he tenido que sacar de todos tus embrollos y líos... por atrevida!!. Mira dejémoslo ya, Enrique nos está esperando y seguro que sí seguimos aquí discutiendo no vamos a conseguir nada, además de preocuparlo. Anda coge la bandeja del entrante y sal, que yo llevo la de la ensalada.

Malena salió triunfal y sonriente, olvidando todas las palabras que su “queridita hermanita” le había dicho.

“Ese hombre será mío y tú no me los vas a impedir”- pensaba una y otra vez mientras sonreía descaradamente a Enrique.

Detrás sin perder de vista a su hermana salió Adela portando una bandeja redonda con su ensalada preferida, no sabía los gustos de Enrique, pero confiaba en su buena elección.

- Mi hermanita, ha preparado un entrante especial pensando en ti- dijo con retintín- Son canapés de queso de cabra en rulo templado con mermelada de violetas y foie.

La actitud de Malena había cambiado y Enrique lo vio en sus ojos. Debo de estar muy atento... o seguro que la jodo....

- Seguro que será un placer probar tan exquisito bocado –

Adela dejó la fuente en la mesa y mirando a Enrique, le dijo:

- De primero le he dicho a la cocinera que preparara esta ensalada tibia que tanto me gusta, “Ensalada mar y montaña”, como su nombre sugiere lleva carne y pescado, es una mezcla que me parece deliciosa. Por cierto, ¿te apetece vino para la cena? Tenemos refrigerado Blanc Pescador y rosado, Mateus Rosé, con un poco de aguja por supuesto,  pero si te apetece tinto te puedo subir cualquiera de la bodega, al menos que prefieras beber Cava...

- Por mí, con una hamburguesa o una pizza, hubiéramos resuelto la cena, no sé por que te empeñas en tanta parafernalia- repuso Malena con tono jocoso.

-  Tu eres tu y yo soy yo, la naturaleza quiso que fuéramos hermanas gemelas, iguales por fuera pero diferentes por dentro.......

Comenzamos a cenar y el ambiente estaba cargado, cargado de miradas algo inquietantes entre las gemelas e incómodas para mí. Me habían sentado presidiendo la mesa y tenía una a cada lado. Malena a la derecha y Adela a la izquierda. La tensión entre ellas era palpable pero en el fondo sabía que yo era el culpable de aquella situación, las tenía a las dos “peleándose” por mí y, sinceramente, me encantaba la sensación que me producía ver como dos hermosas mujeres me deseaban de igual forma.

Adela se decantó por el Blanc Pescador y mientras llenaba mi copa no pude evitar perder mi mirada en su escote, ella se dio cuenta y me sonrió complaciente. Estaba muerto de hambre había pasado un día de locos y apenas había probado bocado, sin embargo, mi apetito iba más allá de la comida… mi apetito era de ¡¡¡sexo!!!. 

Deseaba con todas mis fuerzas a Adela y sabía que se me estaba notando, en aquellos momentos ni recordaba que llevaba una alianza a la que me debía, ni que me esperaba una esposa en casa, mi deseo animal me podía…

Tras los entrantes el ambiente se relajó. Hablamos de cosas cotidianas, reíamos y parecía que las hermanas Montoro habían firmado una tregua. Creí que sería el mejor momento para analizar a Malena, recopilar información para poder valorarla y ver que podía hacer por ella, pero ¿cuál fue mi sorpresa?... 


Cuando mi mente trataba de decidir cual iba a ser la primera pregunta que formularía sentí una mano posarse en mi muslo ¿qué muslo?... el izquierdo. Mis neuronas o mejor dicho, la única que en aquel momento estaba activa, se despertó recopilando en mi mente cual de ellas estaba sentada a mi izquierda y ¡bingo! … era Adela. La miré y le sonreí, sabía que no estaba bien, pero sentir su mano sobre mí me dio una sensación difícil de describir. Me sentía genial, si hubiésemos estado los dos solos la hubiera subido a la mesa en aquel instante y la habría follado con todas mis ganas….¡Diossss, como lo deseaba!

Disfruté de aquel instante de acercamiento entre nosotros y me incorporé a la conversación que había perdido, pues mi cabeza, o mejor dicho, el músculo que traía de fábrica y despertaba debajo de mis pantalones había desviado mi atención. Pero aún me esperaban más sorpresas.

Un cosquilleo recorrió mi pierna. ¡¿Cómo podría ser si las manos de Adela ya reposaban sobre el mantel?!... ¡¡¡Santo Dios!!!... era mi pierna derecha. Malena jugaba con mi pierna con su pie descalzo –sentía su calor y la sensualidad que un zapato no podía transmitir –.Era muy agradable. Ella paseaba la punta de su pie por encima del pantalón y se iba abriendo paso hasta mi entrepierna –nunca nadie me había conseguido excitar de aquel modo. Aquellas ínfimas caricias que sus deditos me producían encendían aún más mis instintos y por supuesto los de mi miembro que mostró su esplendor atrapado por aquella maldita cremallera que lo asfixiaba y que, por suerte para mí, podía esconder debajo de la mesa.
Traté de guardar las formas y que Adela no se diera cuenta del juego que se estaba produciendo. Solo esperaba que ambas no se pusieran de acuerdo y decidieran jugar al mismo tiempo con mis piernas y mi “juguetito” porque entonces aquello podría convertirse en una auténtica batalla campal… o si.
La idea de poseerlas al mismo tiempo se apoderó de mí y mi mente volvió a escarpar, a fantasear y esta vez imaginé lo que sería tenerlas a las dos a mis pies o mejor dicho entre mis piernas. 

–¿Te imaginas Enrique? – me pregunté a mi mismo…




… una a cada lado postradas ante mí, semidesnudas, con las rodillas hincadas en el suelo paseando abiertamente con sus manos, sus lenguas y sus bocas calentando mi pene y alternándose para comer de el durante largo rato. Sentir el roce de sus manos presionando y elevando mi medida para después pasar a ser masturbado por las dos a la vez, con sus labios besarían mi cima e irían bajando y subiendo sin perdón, como si me castigasen por haberlas cautivado y cuando sus bocas se cansaran se turnarían para posarse sobre mi verga, más dura y firme que nunca, y montarían, como si de un caballo de tratase, quizás primero Adela luego Malena, el orden me daba igual. Podría sentir sus sexos húmedos mojando el mío y disfrutar de cada movimiento aguantando mis ganas de explotar para darles mucho más. Darle a cada una su merecido. Sentir el placer de tenerlas a ambas, quizás a Adela comiéndome la boca mientras Malena cabalgaba o penetrar a Adela desde atrás mientras con mis dedos conseguía el orgasmo dentro de Malena… Ufff, mil ideas no paraban de dar vueltas por mi cabeza y tuve que contener el paquete de mi pantalón con una de mis manos para evitar mancharlo.

¿Enrique quieres postre? – me preguntó Malena clavando su mirada en la mía como si supiera en lo que estaba pensando, justamente en follarla, pues esa misma era la imagen que ahuyentó cuando interrumpió mi fantasía con la preguntita. Claro que quería postre, el postre eran ellas dos servidas con un tanga y tacones de aguja a mis pies haciendo realidad la fantasía de cualquier hombre.
No, gracias. Creo que ya estoy “servido”..............





06 junio 2013

El Psiquiatra - Cap.8 y 9







Malena se había situado dentro de la habitación a la izquierda y con su estilizada mano me invitó a entrar.
- ¡¡Vamos Enrique, nos seas tímido, entra!!. Esta será tu habitación durante este fin de semana.  Como puedes ver, la decoración no tiene nada que ver con el estilo de la casa... es... bueno pasa tu mismo y lo verás.

Entré con pequeños pasos en la habitación. Cauteloso, miraba todo con sorpresa y a la vez aliviado de tener un espacio tan limpio y poco asfixiante. La verdad y aunque pareciera poco profesional no sabia si fiarme de esta mujer... al fin y al cabo, por eso estoy aquí, para evaluarla.  Para mi tranquilidad tan solo era una habitación normal.

- Dice mucho de vosotras el hecho de que hayáis pensado en tener habitaciones tan neutras para vuestros invitados, a todo el mundo no le gusta lo mismo- le comenté a Malena mientras me giraba para contemplarla.

Ella no articuló palabra, pero sus gestos y sus puños apretados lo decían todo. Algo de lo que le había dicho le había molestado. Recordé cada palabra y las anoté mentalmente. Para romper esa incomoda situación, me acerqué al gran balcón con intención de comprobar que vistas ofrecía.

- Desde aquí las vistas son preciosas- 

Ahora comenzaba a sentirme mejor, echar la vista a los lejos y perderse entre las copas de los árboles era algo bastante tranquilizador. Los muros a veces podían llegar a ser agobiantes.

De pronto noté un aliento en mi nuca, todos mis sentidos entraron en alerta. No había oído el ruido de las pisadas, ni los tacones...¿por qué?...supuse que la mujer que estaba detrás de mí era Malena. Obté por callarme y esperar a que ella, fuera quien fuera, iniciara la conversación. Aunque eran gemelas, su tono de voz era un poco diferente. La voz de Malena era más suave y más melódica que la de Adela. 
Parte de su cuerpo se apretó a mi espalda, sentí su pecho rozándome y su respiración acelerada se colaba en mi piel. Luché con todas mis fuerzas para mantener la compostura. 
¡¡¡Joder!!, soy un hombre casado, pero además soy su terapeuta... o por lo menos eso pretendo. ¡¡Joder, que situación más cabrona!!. Lo malo es que ella no sabe quien soy realmente... 
Sentí su mano en mi pierna, la situación comenzaba a volverse incomoda, “¡¡joder si aguanto todo esto es porque la tengo que analizar!!”... Su mano se deslizó por dentro del bolsillo de mi pantalón y sutilmente me dejó algo en él. Justo en ese instante, con la toda la naturalidad del mundo comentó:

- Sí, las vistas aquí son espectaculares tanto en los atardeceres como al alba, pero decididamente las mejores son las primeras luces del día, contemplar el alba desde aquí es un éxtasis para los sentidos.- observó mientras se separaba lentamente de mí.

Dio un paso y se colocó a mi lado mientras los dos presenciábamos como el cielo se llenaba de bellos colores. 

Otra vez el silencio, por un lado me incomodaba, pero por otro me ayudaba a tomar notas mentalmente de todo lo que ella hacía o decía. Mientras intentaba recordar cada detalle, la otra parte de mi mente se preguntaba que es lo que en esos momentos estaría pensando ella. Sabía que algo había puesto en mi pantalón y aunque me moría de curiosidad por saber que era, también sabía que ese no era el momento para mirarlo. ¿Cuántas veces había estado esta mujer en esa habitación contemplando el amanecer?. Estoy segura que muchas, y también creo que no ha sido sola precisamente... mis pensamientos cesaron al oír la voz de Adela, nos llamaba:

- ¿Aun estáis por aquí? Ya le he dado instrucciones a la cocinera para la cena en breve cenamos.
Malena continuaba a mi lado casi pegada. Adela nos vio, su gesto lo decía todo. Por momento me sentí divertido, sintiéndome el postre de ambas. Sin dudarlo y con paso decidido vino hacia a mí y con una mirada casi asesina, clavó sus ojos en los de su hermana. La situación era distraída y entretenida, pero también me daba pistas sobre ambas y su relación.
Malena me agarró el brazo con toda confianza y me apartó de su hermana enérgicamente, mientras sus ojos me llenaban de preguntas. Casi arrastrándome me sacó de la habitación. En ese momento que traspasamos el umbral el “ring-ring” de un teléfono rompió el denso ambiente que nos rodeaba...
        Yo contestaré –dijo Malena mientras bajaba las escaleras apresurada para atender la llamada.
        ¿A qué estás jugando? – preguntó Adela, aferrándose aún más a mi brazo.
        No sé a qué te refieres – contesté con voz entrecortada.  
Sospechaba que Adela había visto la actitud de su hermana conmigo, que por ello se había abalanzado hasta mí arrastrándome, prácticamente, fuera de la habitación y que mi respuesta a su pregunta no saciaría su sed de una respuesta más coherente.

        ¡Eso no es cierto! ¡Responde a mi pregunta!– dijo rozando un tono entre enfado y reclamo.
      Solo he seguido el guión que habíamos preparado. Trataba de que se creyese mi coartada mientras la analizaba, no ha pasado nada más Adela – dije mirándola a los ojos en el tono más convincente que pude sacar de mis adentros (aún desconcertado y, porque no decirlo, con la excitación que Malena me había despertado).
        Perdóname Enrique. No quise ser grosera es solo que… 
Aquella pausa fue como una pequeña daga que me atravesó, era como si pudiera sentir su preocupación por Malena en mi propio ser, era una sensación que me invitaba a abrazarla y besarla con todas mis fuerzas, para que sintiese que estaba a su lado para ayudarla.
Por supuesto, no hice tal cosa y me limité al comportamiento que se esperaba del profesional que soy… o al menos eso trataba. 
        Tranquila Adela. Intentaré ayudar a tu hermana, debes confiar en mi – conforme decía aquellas palabras ella suspiró y posó su cabeza contra mi hombro.  
Me gustó mucho tenerla tan cerca, podía oler su pelo y su perfume me embriagaba. Sus pechos me rozaron, al igual que había hecho Malena minutos antes, y me sentí tentado por sus carnosos labios, hubiera dado cualquier cosa por probarlos en aquel instante. Quería sentir su boca contra la mía, imaginaba a qué sabrían, si sus besos serían apasionados y salados, o tiernos y dulces.
Mi mente navegaba con un solo rumbo mientras bajábamos las escaleras infinitas: rumbo a sus caderas, a su cintura, a su escote. A todo aquello que me llevase debajo de su vestido para seguir descubriendo todos sus encantos de mujer y poder disfrutar de ellos.
En aquellos mismos peldaños fantaseé con hacerla mía con todas mis fuerzas y me la imaginaba a mi merced gimiendo, pidiéndome más, y más, y más…. 
        ¡Enrique! ¡Enrique!. ¿Te encuentras bien? ¿Pareces acalorado?... – fue su voz la que me sacó de aquel trance haciéndome volver a la realidad.
        Me encuentro bien, quizás algo acalorado. Seguramente por el viaje. Si no es molestia me gustaría refrescarme un poco – me apresuré a contestar sin dejar lugar a dudas sobre mi estado.
        Por supuesto. Al final del pasillo tienes un aseo. Te esperaré en el salón. Parece que Malena aún está al teléfono, allí nos vemos. – dijo mientras me indicaba el camino y me regalaba una de sus maravillosas sonrisas.

Ciertamente me había acalorado, pensar en Adela entre mis brazos despertaba mis instintos más salvajes y si añadimos que Malena se me había insinuado ufff… era aún más excitante. 
Abrí el grifo y dejé el agua correr, quería sentir en mi cara un golpe de agua bien fría que me ayudase a centrarme en mi trabajo y alejase las tentaciones y las fantasías de mi cabeza. Fue entonces cuando recordé que Malena había colocado algo en mi pantalón y nada mejor que aquel momento de intimidad para descubrir que era. 

Metí la mano en el bolsillo y allí estaba… un pequeño trozo de papel doblado por la mitad, lo abrí y …