25 abril 2013

Cambio de... "Pareja" - Cap.2






2.
Pero yo seguía enfadado, enojado mas bien y con ganas de hacerle sufrir un poco su insolencia.
- No - le volvía decir - , siéntate en tu sitio, ¿no querías verme como lo hacía con otra? – mientras sacaba el fleshlight de mi polla y poniéndoselo en su cara – A tu sitio - le ordené sin vacilar.
Ella se volvió marcha atrás con sus todavía atadas manos a la espalda por la corbata de seda italiana. Y subió al sillón de cuero negro pero esta vez situándose a horcajadas sobre el reposabrazos izquierdo, sintiendo así el peso de su cuerpo sobre su sexo y el cuero negro de nuevo amante.
¿Esas tenemos? – pensé – ¿tú también quieres cambiar de pareja?
Cogí el juguete y lo situé en la ranura de los cojines del respaldo del sillón de dos piezas donde estaba yo, para que se sostuviera sólo y puse el iphone con otro video porno sobre el respaldo para poder verlo y evitar mirarle a ella que demandaba mi atención.
Me deslicé la camisa hasta las muñecas por detrás de mi espalda haciendo de esta camisa blanca una improvisada atadura que situaba mis brazos tras de mí.
Y de rodillas en el sillón, “apunte” certeramente a la vagina en lata y de una estocada comenzó el juego de simulación coordinado con el video que me marcaba el ritmo.
En un espejo lateral podía ver mi cuerpo, erguido de rodillas en el sillón follando con fiereza el rosado juguete que se iba empapando y escurriendo sobre el cuero el sobrante de la lujuria líquida.
La puta camisa ya me estaba jodiendo  y me solté los puños mandándola al otro lado del salón de un envite.
Al tiempo ella había comenzado a frotarse con el reposabrazos y me decía – joder como me estas poniendo cabrónnnn –
Cada uno teníamos nuestra nueva pareja y tampoco parecía que nos fuera tan mal. Sus gemidos y sus palabras calientes excitaban tanto mi  oído, que ya al iPhone prácticamente no le prestaba atención. Mientras mis manos se apoyaban sobre el respaldo a medida que mis envestidas aumentaban la frecuencia y apretaban el cuero.
- Joder, ven aquí, te necesito - me dijo en un tono que ya parecía que imploraba mi presencia.
Y para qué coño iba a hacerla sufrir y sufrir yo, que moría por tener su cuerpo, que ansiaba su boca como si sólo su aire respirado me sirviese para alimentar mis pulmones.
Me incorporé y fui hacia ella.
Ahora era ella la que se frotaba contra el reposabrazos haciéndome ver que “éste” también podía ser un buen amante.
Con una pierna al suelo y la otra recogida sobre el cojín del sillón, retorcía su cadera delante mí, provocadora, lasciva, sensual. Sus pechos todavía estaban ocultos tras un sostén verde satén que se había puesto para mí un minúsculo tanga se veía ladeado dejando ver cómo su afeitado pubis se abría sobre el cuero negro y humedecía el brazo del sillón.
La excitación fue mayor que la provocada por cualquier video porno del iPhone. Ella estaba allí, podía sentir su aliento tan cerca de mí que me quemaba el pecho.
Quería ese aliento caliente y acerqué mi boca a la suya. Ella no me negó su boca, al revés, su lengua correspondió a la mía y jugamos al gato y al ratón con nuestros húmedos apéndices bucales durante un rato. Ella buscaba mi lengua y yo la suya, ella rechazaba mi caricia y yo el suyo, era un juego de quiero y no quiero, de ahora sí ahora no.
Deseaba ver sus pechos y ella no podía escapar. Simulaba no querer y dificultaba a mis torpes manos soltar el jodido clip, que mantenía cerradas las copas del sostén que ocultaban las dos esculturales piezas, máxima expresión de la feminidad.
Al fin libres, caía la barrera del sostén deslizándose por sus brazos aun atados por mi corbata y dejaban al descubierto la obra perfecta, una obra culminada por dos pezones increíbles, duros y turgentes por su excitación.
Mi boca cambio de objetivo, ahora aquellas dos maravillas pedían mi atención  con su juego, con el mismo movimiento de ahora si, ahora no. Pero “ja”, yo tenía las manos libres y ella no. Así que con la palma de mi mano que casi cubría la mitad central de su firme espalda, las acerqué hasta mi boca para darles la bienvenida.
Un rato de besuqueos, mordisqueos, intercambios entre pechos y boca, ya no podía más y creo que ella tampoco. Y no pude por más que soltarla del cautiverio de mi corbata. A lo que ella respondió levantándose del sillón y empujándome hasta el sillón doble caí de espaldas, mi cabeza en su reposabrazos, una de mis piernas al suelo y la otra sobre el cojín. Ella se quitaba la mini prenda, el  retorcido y húmedo tanga que a duras penas cubría nada de su sexo.
Se puso sobre mí e introdujo mi pene empapado dentro de su también lubricado secreto.
Al principio una pequeña resistencia que me hacía enloquecer y luego, diossssssss…….. calor, un calor único, un calor ardiente, un calor que sólo ella sabe transmitir………… diosssssssss, que calorrrrrrrrr.
Su cuerpo empezó a frotar su pubis contra el mío y yo aguantaba los envites que mostraban cierta rabia. Una rabia que decía – que prefieres - ¿esto? o tu parejita siliconada. Al tiempo que yo pensaba, - pues te vas a joder con mi falsa indiferencia-.
Tal era su insistencia y mi cierta indiferencia que fue ella la que ya no podía más y una presión sobre mi polla delataba su orgasmo al tiempo que su cabeza derramaba su pelo por mi cara y su boca exhalaba su aliento en mi oído. Un regalo de los dioses, diría un romano.
Pero la fiesta no había acabado  e incorporándome la hice ponerse en cuatro, castigada contra el respaldo del sillón y la alcancé por detrás.
Empecé suave, pero firme y profundo. Con paradas en su interior para sentir ese calor que surge del centro de la tierra, del centro del mundo, de la  matriz de mi mundo, ella.
El ritmo crecía y el sonido de los cuerpos chocando envolvía el ambiente.
Mientras la asía por la cadera observaba su espalda, perfecta, su culo, increíble y su cabeza que se erguía al tiempo que subía el ritmo del juego de amor.
Mi corazón empezaba a latir ya desenfrenado y esa sensación de presión que inunda la base de la polla comenzaba a sobrevenir.
Ella notaba ya la sobrepresión y la lubricación máxima que emitía mi instrumento. Y para dar la bienvenida al mismo, su cuerpo se curvó, sus manos apretaban con fuerza el cuero y su cabeza se giraba hacia mí para ver como la mía se inclinaba hacia atrás y mi cuello marcaba los músculos laterales desencajados por la tensión.
Ella también volvía a sentir su presión que correspondía a la mía y que apretaba con firmeza mi miembro en su interior.
Y me derramé en su interior, cedí mi calor  y mi voluntad cautivo de su exquisita sensualidad y su maravilloso cuerpo.
Cedí y mientras miraba de reojo el juguete que yacía en el suelo a un lado pensé – juguetito, eres bueno, pero…………… tienes mucho que aprender, baby.

Autor: Truhán.


18 abril 2013

Cambio de .... "Pareja"- Cap.1



1.
Una vez más subía en el ascensor hacia su casa. Y una vez más me ajustaba el nudo de la corbata para centrarlo en aquellos cuellos de camisa de corte abierto.
No eran muchos pisos pero los suficientes para que mi cabeza recordase todo lo que había pasado en aquella semana y pico que hacía que no la veía.
Estaba malhumorado, en nuestro último encuentro me comentó algo que me jodió.
Que si me apetecería hacer un intercambio de pareja,  - no te jode -, un intercambio de pareja……. Joder, lo haría con la mejor de las intenciones, lo haría por mí, pero me tocó los cojones…. y ….. la moral.
Llevábamos unos años siendo, amantes, pero sobretodo amigos y cómplices. ¿ A qué venia esto.?
¿Es que no se lo hacía bien? Porque vamos, yo ponía en ello……….. todo.
Joder, yo no quería verla con nadie,   no te jode  , follándosela ahí, delante de mí.   Eso si que no.
Vaya semanita habíamos pasado de correos, de mal entendidos, de explicaciones absurdas y de silencio. El silencio de los últimos días, mi silencio en el mail, en el teléfono, silencio total un inquietante silencio.
Los correos entraban, los leía y juro por mis muertos que quería escribirla, pero que se joda, que sufra, ………….. follando con otro delante mío, no te jode.
Y no dudo de sus buenas intenciones pero si quería cambio de pareja, ya le iba a dar yo cambio de pareja y por eso la llamé.
- Nos podemos ver ahora – le dije
- Cariño, por fin me dices algo. – me dijo su voz al teléfono –
La respuesta fué lógicamente que sí, sino que pintaba yo en el ascensor ajustándome el nudo de la corbata,  verdad.
Ya en el piso y delante de su puerta toqué el timbre y abrió con premura.
Allí estaba ella, guapa, como siempre, pero con una batita roja y zapatillas de casa, porque casi no le di tiempo a prepararse y así la quería.
Pasé, avancé decidido sin dirigirme a ella y esquivando el abrazo y el besazo que me quería propinar, dejándola de un aire.
Me fui directo al salón donde ella intentó de nuevo besarme y le dije, no, hoy no, hoy no soy tu pareja.
Perplejidad, anunciaba su cara y preocupación sus ojos. Esos putos ojos que me volvían loco y que cada día que estaba con ella intentaba traspasar para mirar en su interior.
En el salón había un sillón al fondo y en perpendicular uno de dos plazas, ambos dos de cuero negro.
- Siéntate allí – le dije indicando el sillón individual que quedaba bajo una ventana que iluminaba la estancia.
Y ella entre lo sorprendida y resignada se fue derecha y se sentó cruzando una de sus piernas debajo de su culo. Un culo que en verdad, se lo merecía todo.
Me fui a su cuarto para desnudarme quedándome solo con mi blanca camisa de corbata, desabrochada, y la corbata con el nudo medio suelto.
De la mesilla de su cuarto cogí mi juguete ( un fleshlight que le había regalado pero que pocas veces habíamos usado) en una mano y mi iphone en la otra.
- Pero cariño, qué pasa me susurraba desde el salón a media voz, mientras yo volvía por el pasillo.
- No querías cambio de pareja? - Le dije - acentuando mi tono burlón al tiempo que deshacía ya del todo el nudo de la corbata.
- Las manos. – le pedí –  Y las manos me dio.

Con la suave corbata de seda, anudé una de sus manos y pasando ambas por detrás de su cintura, cintura… joder…que cintura, moriría por esa cintura y ese talle, le até las dos manos a la espalda. Ella no ofrecía resistencia. Me conocía demasiado bien para tener miedo de mí. Aunque yo sabía que mi mirada, todavía le infundía cierto respeto. La até y la abandoné allí sentada, no sin antes abrir su bata para ver mejor su escote, aquellas dos perfectas piezas de ingeniería genética maravillosamente diseñadas.
Me senté en el sillón dos plazas enfrentado al que ella ocupaba y iphone en mano abrí el safari para teclear www.pornmd.com y busqué algo que ella pudiera oir pero no ver “screaming” (algo así como "gritando").
Un despliegue de mini videos porno salió en la pantallita y ejecuté uno que sabía que se “oiría bastante”.
Ella estaba incrédula mientras yo veía el video y empezaba a sentir como mi miembro empezaba a elevarse y mojar el bóxer rojo que lo ocultaba.
- Que te parece mi nueva pareja? – le dije – mientras sonaban los grititos de una chica de tetas enormes que era follada por un maromo hipermusculado en la mini pantalla del iphone.
No dijo nada, sólo me miraba, pero ya más relajada entendiendo el alcance de mi revancha.
Abrí el juguetito y comencé a lamer aquel coño de silicona (el fleshlight) al que el lubricante le había dejado un sabor fresaceo. Lametazo tras lametazo, mi lengua jugaba a ser una polla y mi boca succionaba el simulado clítoris. Mi mano acariciaba mi polla, si, la de verdad, y mis ojos controlaban a la cautiva de mi corbata. Esta, se iba retorciendo en el sillón de cuero emitiendo ese sonido del cuero estrujado por un fenomenal culo de mujer.
Me deshice del bóxer destensado y mojado por un miembro que ya era notable y peleaba por salir de su ocultamiento. Ya con el fleshlight humedecido por la saliva, lo acerqué a mi mástil y con él, lo acaricié, recorriendo su longitud entre los húmedos labios de silicona que lo envolvían y engullían hasta introducirlo en toda su elongación. Ummm……. estaba algo frio pero era suave y apretado..umm
Comenzaba mi juego, mi cabeza se echaba hacia atrás al sentir el placer y mi cuerpo se tensaba y se musculaba por la excitación. Los ojos semicerrados mientras crecía mi erección hasta que sentí, que algo se movía entre mis piernas.

Abrí los ojos y allí estaba ella, de rodillas, mirando de cerca como entraba y salía mi gruesa polla entre los labios de silicona carnesí.
Jooooo…….yo también quieroooo  - me dijo  con la cara de una niña que nunca hubiera  roto un plato.
…………………………….. continuará………………..